Villaviciosa de Odón (Madrid), España
Publicado el miércoles 26 de julio de 2000 en el grupo FANTASIA@eListas.net
el libro DIETARIO DE COARTADAS
NADA
Todo este tiempo he vagado de jungla en jungla,
de muerte en muerte.
He ido de un lador a otro
eyaculando en el lodo dulce y cariñoso de las ciénagas
mi justa
porción de existencia,
para luego exudar gotas de alma carcomida.
He escupido pesadillas tras masticar sueños blandos y pegajosos,
he vomitado el profundo amor intestinal eternamente ignorado.
Embriagado de un repugnante amor infantil,
en ocasiones
he deshojado margaritas de plástico
mientras el Mundo se suicidaba por enésima vez:
me quiere,
no me quiere,
me quiere,
no me quiere, no me quiere, no me quiere, no me quiere. . .
Y esta mañana,
como colofón místico y tenebroso,
he aparecido en los diarios de páginas inflamables
pidiendo socorro:
"Pretendido poeta de diecisiete años, etc.,etc. . . "
(lo que viene
después no lo pongo por vergüenza).
Y ahora, ¿qué soy?
Acumulo en mí desechos de peligrosa naturaleza,
caricias etereas que un día creí sentir sobre mis manos de yeso.
Amordazado el adivino,
no me queda esperanza puesta en el futuro
y vuelvo a regurgitar dudosos instantes de un pasado
ya desgastado.
(¿Por qué vuelvo al mismo punto
si ya he escrito y leido esta página cientos de veces?)
Con una aséptica fantasía esparciendo dolor por mi mente,
pienso con estúpido orgullo que yo un día tuve una de esas
sonrisas de complicidad,
y mientras tanto,
desde los diarios de páginas inflamables,
pido socorro.
Yo, expeliendo decapitados poemas,
pido socorro.
Todo este tiempo he vagado de jungla en jungla,
de muerte en muerte.
He ido de un lador a otro
eyaculando en el lodo dulce y cariñoso de las ciénagas
mi justa
porción de existencia,
para luego exudar gotas de alma carcomida.
He escupido pesadillas tras masticar sueños blandos y pegajosos,
he vomitado el profundo amor intestinal eternamente ignorado.
Embriagado de un repugnante amor infantil,
en ocasiones
he deshojado margaritas de plástico
mientras el Mundo se suicidaba por enésima vez:
me quiere,
no me quiere,
me quiere,
no me quiere, no me quiere, no me quiere, no me quiere. . .
Y esta mañana,
como colofón místico y tenebroso,
he aparecido en los diarios de páginas inflamables
pidiendo socorro:
"Pretendido poeta de diecisiete años, etc.,etc. . . "
(lo que viene
después no lo pongo por vergüenza).
Y ahora, ¿qué soy?
Acumulo en mí desechos de peligrosa naturaleza,
caricias etereas que un día creí sentir sobre mis manos de yeso.
Amordazado el adivino,
no me queda esperanza puesta en el futuro
y vuelvo a regurgitar dudosos instantes de un pasado
ya desgastado.
(¿Por qué vuelvo al mismo punto
si ya he escrito y leido esta página cientos de veces?)
Con una aséptica fantasía esparciendo dolor por mi mente,
pienso con estúpido orgullo que yo un día tuve una de esas
sonrisas de complicidad,
y mientras tanto,
desde los diarios de páginas inflamables,
pido socorro.
Yo, expeliendo decapitados poemas,
pido socorro.