domingo, 2 de abril de 2017

MIGUEL NAVEROS.






Nació en Madrid en 1956, muere el 29 de marzo de 2017 en Almería, ciudad donde residía desde 1986. Es licenciado en Filología Italiana. Escritor, periodista e intelectual comprometido con su tiempo, con la cultura y la vida.




Ha publicado los libros de poesía Óxido en cuerpo (1986), Trifase (1987) y Futura memoria (1998). Ha sido coordinador de la edición de la novela de Carmen de Burgos Puñal de claveles (1991) y de los libros Almería (1994) y Almería pueblo a pueblo (1996). En Alfaguara ha publicado La ciudad del sol (1999) y Al calor del día (2001). Su última novela es El malduque de la luna (Alianza, 2006). Fue columnista diario, redactor jefe y luego subdirector de La Voz de Almería. Colabora en diversos medios de comunicación españoles y ha sido corresponsal en España de la agencia de prensa soviética Novosti. Viajó 

con asiduidad por los países del Este antes de la caída del comunismo.
En su faceta periodística, fue columnista diario, redactor jefe y luego subdirector de 'La Voz de Almería'. Colaboraba en diversos medios de comunicación españoles y ha sido corresponsal en España de la agencia de prensa soviética 'Novosti'. En este sentido, viajó con asiduidad por los países del Este antes de la caída del comunismo.

Entre sus reconocimientos, destaca además el haber recibido el premio Fernando Quiñones en 2005 y la mención de honor del premio Ramón Gómez de la Serna por la novela 'La ciudad del sol'.

Naveros fue distinguido el pasado mes de febrero con la insignia de la Junta de Andalucía por su amplia trayectoria y su legado. Nacido en Madrid en 1956, residía desde 1986 en la provincia en la que desempeñó varios cargos, entre ellos director del Instituto de Estudios  Almerienses (IEA) cargo que desempeñó entre 2007 y 2011.
La Comisión Ejecutiva Provincial del PSOE de Almería ha trasladado sus condolencias a la familia y amigos. En un comunicado, los socialistas expresan su dolor por la pérdida de un almeriense de adopción, que "siempre se involucró en los sueños y aspiraciones de nuestra
provincia" desde sus distintas responsabilidades en LA VOZ o como director del IEA.


La Asociación de Periodistas-Asociación de la Prensa (AP-APAL) se ha unido al "dolor" por la pérdida, a la vez que han transmitido "su más sentido pésame a la familia y compañeros".





El escritor y periodista Miguel Naveros falleció ayer a mediodía en Almería víctima de un cáncer a los 60 años. La noticia de su fallecimiento causó un profundo impacto en el mundo del periodismo, donde su ingenio, honestidad y rigor le convirtieron en un referente para los profesionales que aprendieron a su lado, en la redacción de La Voz de Almería, los azares de este oficio, pero también en el mundo de la cultura -Naveros tuvo una sólida trayectoria literaria jalonada de premios y éxitos- y de la política.




Los responsables de todas las instituciones, desde la Delegación del Gobierno de la Junta en Almería, al Ayuntamiento de la capital, pasando por la Diputación Provincial o el Instituto de Estudios Almerienses, que dirigió desde 2007 a 2011, se sumaron a las condolencias que, a lo largo de la tarde de ayer, llegaron desde todos los ámbitos. Recientemente, había sido distinguido con la Insignia de Oro de Andalucía.


Trayectoria literaria

Fue columnista diario, redactor jefe y luego subdirector de este periódico y nunca abandonó su vinculación con La Voz de Almería que mantuvo, en los últimos años, con colaboraciones
esporádicas. Tuvo una prolífica trayectoria literaria y publicó los libros de poesía ‘Óxido en cuerpo’ (1986), ‘Trifase’ (1987) y ‘Futura memoria'’ (1998). Coordinó la edición de la novela de ‘Carmen de Burgos Puñal de claveles’ (1991) y los libros ‘Almería’' (1994) y Almería pueblo a pueblo’ (1996), editados por La Voz de Almería. Con Alfaguara publicó las novelas ‘La ciudad del sol’ (1999) y ‘Al calor del día’ (2001). Su última novela fue ‘El malduque de la luna’, con la editorial Alianza en el año 2006. 










También colaboró con diversos medios de comunicación españoles y en la década de los ochenta fue corresponsal en España de la agencia de prensa soviética Novosti. Durante aquellos años, viajó con asiduidad por los países del Este antes de la caída del comunismo. Sus libros, como recordaba ayer la Asociación de la Prensa, le valieron en 2005 el Premio Fernando Quiñones y en 2000 la Mención de Honor del Premio Ramón Gómez de la Serna por su novela ‘La ciudad del sol’; El malduque de la luna (2006). Alianza. Premio Fernando Quiñones.


En la revista La voz de la cometa. Tu voz en Internet, le publiqué a Miguel Naveros el poema "FUTURA MEMORIA", libro que le patrocinó Librerías Picasso y que yo compré pensando en aquél conocido que bajaba y subía escaleras por el Colegio Universitario, siempre deprisa, siempre alegre, Reproduzco y comparto.



de MIGUEL NAVEROS. FUTURA MEMORIA.


Cuando yo sea ya viejo, viejo de muchos años,
viejo de más décadas y aún más tiempo,
viejo de todo y viejo de mí mismo
(si es que el corazón me lo permite
y el tabaco no me juega la mala pasada
que todos dicen que va a jugarme);
cuando ya no soporte entrar a los cafés
sin que alguien se levante a preguntarme algo,
ni atravesar las calles sin que otra gente
quiera pararme y se despache al paso
dejándome colgado de un saludo fingido;
cuando ya haya entendido lo inútil de escrutar
mañana tras mañana un periódico idéntico
para nunca encontrarme;
cuando vea que he olvidado lo que contarle al mundo
y que el mundo ha acabado por olvidarme a mí,
pensaré en mis Memorias.
Será apenas por nada (lo sé ya desde ahora),
por nada de importancia:
por escuchar de nuevo los aplausos de antaño
y sentir en la espalda más palmadas amigas
(lo cual habrá existido, me temo, tan sólo en mi cabeza);
por recordar la foto, con mi cara aún joven,
que presidió las líneas al cierre del diario;
por elogiarme un poco (lo imprescindible, dicen, para seguir tirando)
y ajustarle a quien pueda algunas cuentas tontas que me hagan sonreír;
o por algo (no crean) bastante más sencillo: pasar el rato,
como siempre habré hecho (lo asumo de antemano) en toda mi experiencia
para esos días.
De sobra me conozco, e inventaré una fábula con cuatro rasgos líricos,
y par de reflexiones y alguna rima interna:
no creo que me arriesgue a guardar bajo llave el molde de mis libros
(la versión que hice mía de las cuentas de Propp)
y menos que decida ( y ojalá me equivoque)
contar lo que haya visto en todos los que fui,
en ésos que ya sume (quién sabe cuántos) para el entonces.

DERROCHE DE AZABACHE. MOHAMED DOGGUI por JOSÉ ANTONIO SANTANO



El acto de crear es algo enigmático, difícil de explicar por cuanto en él inciden aspectos de muy variada índole y que podríamos resumir en dos ámbitos fundamentales: uno subjetivo y otro objetivo. Sin embargo y, ateniéndonos a esta clasificación básica no podemos obviar ese otro carácter que trasciende lo subjetivo para adentrarse en un universo tan desconocido para el autor como mágico, hasta el punto de transgredir, incluso, la norma en sí misma. Es un momento único y grande, incluso a veces ininteligible, y aún así, fulgurante, en el cual la palabra se convierte en el hecho ontológico por naturaleza. Frente a frente creador y abismo (página en blanco) inician el ritual de la escritura, ese proceso de entrega y sumisión a la palabra que marca el espacio y el tiempo, la inmensa infinitud del vacío, traspasando todas las fronteras para alumbrar la más grande creación jamás concebida: la poesía. También con relación al hecho de la creación el profesor José Cenizo ha incidido y ahondado, y escrito lo siguiente: «Todo acto creador, y el poético aún más, es una excitante y nebulosa espera. La espera de la palabra exacta, como quería Juan Ramón Jiménez, para ahondar en la realidad. La palabra del poeta, siempre, ha de ser creadora, o recreadora; ha de nombrar por vez primera lo que, sólo aparentemente, ya ha sido nombrado mil veces en el discurso cotidiano e incluso literario. Diversos críticos han llamado a este proceso sustitución, desvío, desautomatización, etc. Quizá habría que llamarlo, sencillamente, milagro. Especie de revelación mágica de la verdadera palabra poética». En esa innegable condición de creador, amigos lectores, tenemos que situar al profesor y poeta Mohamed Doggui (Túnez, 1956) que, además, tiene como máxima de su expresión literaria la lengua española. Ya en su anterior entrega poética, La sonrisa silábica, pudimos comprobar este extremo, como así lo dejó patente quién ejerció de prologuista en aquella ocasión, el también poeta Manuel Gahete, al afirmar: «Mohamed Doggui conoce bien la naturaleza humana y establece con el lenguaje un pacto solidario, tintando su palabra de sutil ironía, iluminando el sendero en sombra con un cristal de luz que nos allega, que nos unge de afectos, que nos inclina a ver el mundo con rozagante perplejidad, como si cada día fuera nuevo y redescubierto por el asombro del amor». Si la publicación de La sonrisa silábica contenía una «clara influencia de la tradición poética árabe y española, de forma que la brevedad del verso, de metro octosílabo, la observación reflexiva de la realidad que se presenta ante sus ojos, donde la ironía ocupa un lugar predominante, y el mestizaje idiomática, hacen de Dogui un poeta singular», (Diario de Almería, 7.8.2016), habría que añadir de expresión en lengua española (extraordinaria influencia del Romancero) es la marca más significativa; en esta nueva entrega, bajo el título Derroche de azabache, nuestro poeta repite la experiencia con una variedad temática notoria y algún añadido como es el caso del verso endecasílabo, aunque en menor proporción que el octosílabo. Derroche de azabache representa esa otra realidad que trasciende a la luz y que se halla en la oscuridad y el silencio, porque Doggui también ahonda e interioriza el mundo que le rodea; regresa a los orígenes, a la raíz ontológica para mostrarnos a partir de los elementos naturales, en este caso del azabache, en su doble significado: de una parte, por ser un mineral frágil pero de un bello y luminoso negror; de otra, por su carácter protector, de piedra mágica usada como talismán. Realidad y magia en perfecta comunión, unidas por el lazo de la fraternidad humana, representada en la brevedad estrófica y en los versos octosílabos que el poeta compone y engarza como si se tratara de una piedra preciosa. La frescura, el gracejo de la lírica popular y la sutil ironía contenidos en los algo más de setenta poemas de Derroche de azabache constituyen el universo poético de Doggui. Del puro negror del azabache nace la luz que fulge en la mirada del poeta, la voz plena de ferviente humanidad, que regresa del abismo, del desierto y sus silencios para convertirse en agua marina, en luna que ilumina la infinitud mediterránea del amor proclamado en la soledad de las noches. Derroche de azabache es un libro para leer despacio, de manera que intimes con su creador, que sustancies la palabra poética sin hostigarla, sin apremiarla en su conclusión, todo lo contrario, has de paladear sus sílabas como se paladea un buen vino, seguro de alcanzar así la más placentera de las sensaciones. Ahondar en la condición mestiza del lenguaje y comprobar la riqueza que aporta esa armoniosa alquimia, alejándose así de la imposición de molde alguno: «Siempre que conforme bien / mi íntimo y hondo sentir; / poco me importa que el molde / proceda de mi Arabia / o provenga de tu Iberia». Con estos versos de Mohamed Doggui les animo a la lectura de este libro que seguro les proporcionará momentos tan reflexivos como gratificantes.

Título: Derroche de azabache
Autor: Mohamed Doggui
Editorial: Carena (Barcelona, 2016)


jueves, 23 de marzo de 2017

LA VOZ AUSENTE. JOSÉ ANTONIO SANTANO

PRESENTACIÓN  el día 4 de abril, a las 19:30 horas. Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía (Paseo de Almería, 68). 


Quiero compartir públicamente que, en la presentación de mi libro "La voz ausente", me acompañará, además del poeta y profesor Alfonso Berlanga, el cantautor almeriense CÉSAR MALDONADO. 

En la Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía (Paseo de Almería, 68)


domingo, 29 de enero de 2017

ASEDIOS A LO INDECIBLE. Por JOSÉ ANTONIO SANTANO.

SALÓN DE LECTURA _José Antonio Santano


ASEDIOS A LO INDECIBLE
San Juan de la Cruz canta al éxtasis transformante

Vivimos un tiempo extraño, necesitado de luz y alma. Es tanta la mediocridad que nos rodea que cuando uno se encuentra o halla en el camino a personas de la talla de Luce López-Baralt (Puerto Rico, 1950) no se puede por menos que expresar eterno agradecimiento por el conjunto de su obra, de la que destacamos, entre otros, los siguientes libros: “San Juan de la Cruz y el Islam”, “Huellas del Islam en la literatura española. De Juan Ruiz a Juan Goytisolo”, “A zaga de tu huella”. La enseñanza de las lenguas semíticas en Salamanca en tiempos de san Juan de la Cruz, “Moradas de los corazones de Abu-l-Hasan al-Nuri de Bagdad” o “Poemas de la vía mística de Seyyed Hoseein Nasr”. Esa luz y alma de la que hablaba al principio nos la reportan los textos de la catedrática de Literatura española y comparada en la Universidad de Puerto Rico, Luce López-Baralt. Sus estudios sobre literatura mística son un referente en cualquier trabajo que se pretenda afrontar. Sus trabajos anteriores y este que traemos a nuestro particular “Salón de lectura” titulado “Asedios a lo indecible. San Juan de la Cruz canta al éxtasis transformante”, son de tal altura que uno se adentra en ellos seguro de descubrir un mundo tan desconocido como apasionante, donde el misterio se revela en la palabra como una deslumbradora luz, alma toda de una forma de entender la vida que nos traspasa y perturba, agotándonos en la esencialidad y pureza de ese sentir la espiritualidad que denominaremos mística. Precisamente esta dedicación a la investigación y estudio crítico de la literatura le ha valido reciente y muy merecidamente el Premio Internacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureña 2016 que concede la Academia Mexicana de la Lengua y dirigido a escritores en castellano que hayan destacado en el género del ensayo, como también fue reconocida con el Premio Nacional de Investigación y Crítica de Puerto Rico por su libro “El cántico místico de Ernesto Cardenal, publicado por la editorial Trotta en el año 2012. En 2016 se llevaba a cabo la 2ª edición del libro que hoy comentamos: “Asedios a lo indecible”, un texto fundamental que analiza profundamente la poesía de san Juan de la Cruz, el más grande místico de la historia de la literatura. Análisis que López-Baralt concreta en tres partes esencialmente: la primera, “El «Cántico espiritual» del Simurg que descubre que era lo mismo que cantaba”, que abre con una clarificadora cita de Alfred Lord Tennyson: «La lección (de la experiencia mística) implica una seguridad esencial: el Reino está dentro de uno mismo». Para Luce «San Juan es, en efecto, un maestro del “des-decirse”: se trata de una de sus más eficaces técnicas literarias para abordar lo Innombrable». En “Cántico espiritual” hallamos la culminación de la poesía mística de San Juan de la Cruz, y así lo escribe la autora de este libro: «Una vez más, los versos, de una hondura abismal, nos entregarán secretos portentosos de la vivencia infinita de su autor, tan difícil de explicitar porque se encuentra completamente al margen de la lengua y de la razón humana. Para encaminarnos de alguna manera a la tesitura sobrenatural de esta experiencia, lo primero que hace el agudísimo poeta con este conjunto de liras desconcertantes es poner sordina a nuestras capacidades racionales». 


La segunda parte, “A oscuras y en celada: la fusión nocturna en el Amor Indecible, nos adentra otra de las obras fundamentales del carmelita Juan de la Cruz, “La noche oscura”. En el análisis de esta obra López-Baralt nos dice que «las coincidencias entre san Juan y los místicos de Oriente resultan muy estrechas […] Los sufíes del Irán elaboraron pormenorizadamente el símbolo de la noche oscura del alma a lo largo de la Edad Media, y lo hicieron tanto en lengua persa como en lengua árabe». Resumen el estudio de Luce López-Baralt estas palabras: «La alusión velada pero indiscutible que hace a su vez en la “Noche oscura” al eterno dilema del eros y el tánatos –vivir el amor es morir a uno mismo para vivir en el amado- hunde el poema en un mundo de significaciones mucho más complejas de las que tendría un simple poema de amor erótico que se limitase al estricto plano carnal», y añade, para concluir:«La “Noche oscura” constituye un verdadero prodigio literario». La tercera y última del estudio la titula “Ya por aquí no hay camino: la combustión transformante final de la “Llama de amor viva”. Escribe López-Baralt: «En el poema de la “Llama de amor viva”, en que celebra los límites de su unión transformante, el príncipe de los místicos españoles acude al antiguo símbolo de la llama abrasadora para explicitar de alguna manera estos grados últimos de su combustión espiritual». Concluyo, “Asedios a lo indecible” es un libro imprescindible para poetas e investigadores y su autora, Luce López-Baralt, garante y luz que alumbra la literatura mística de todos los tiempos.

Título: Asedios a la indecible. San Juan de la Cruz canta al éxtasis transformante
Autor: Luce López-Baralt
Edita: Trotta (2ª ed. Madrid, 2016)


viernes, 27 de enero de 2017

ABIGAEL BOHÓRQUEZ. LLANTO POR LA MUERTE DE UN PERRO

Abigael Bohórquez

Abigael Bohórquez fue un poeta y dramaturgo mexicano. En su obra poética sobresalen los motivos homoeróticos, la autocompasión del yo lírico, y las reflexiones metapoéticas. Wikipedia

Fecha de nacimiento: 1936, Heroica Caborca, México
Fecha de la muerte: 28 de noviembre de 1995, Hermosillo, México
Educación: Instituto Nacional de Bellas Artes
Libros: Poesida, Más
Otras personas también buscan:Françoise Roy, Claudia Barreda Gaxiola,Dionicio Morales


Llanto por la Muerte de un Perro

Hoy me llegó la carta de mi madre
y me dice, entre otras cosas: —besos y palabras—
que alguien mató a mi perro.

“Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo,
—me cuenta—,
y se fue tras de su alma
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado.
No supimos la causa de su sangre,
llegó chorreando angustia,
tambaleándose,
arrastrándose casi con su aullido,
como si desde su paisaje desgarrado
hubiera
querido despedirse de nosotros;
tristemente tendido quedó
—blanco y quebrado—,
a los pies de la que antes fue tu cama de fierro.
Lo hemos llorado mucho…”

Y, ¿por qué no?
yo también lo he llorado;
la muerte de mi perro sin palabras
me duele más que la del perro que habla,
y engaña, y ríe, y asesina.
Mi perro siendo perro no mordía.
Mi perro no envidiaba ni mordía.
No engañaba ni mordía.
Como los que no siendo perros descuartizan,
destazan,
muerden
en las magistraturas,
en las fábricas,
en los ingenios,
en las fundiciones,
al obrero,
al empleado,
el mecanógrafo,
a la costurera,
hombre, mujer,
adolescente o vieja.

Mi perro era corriente,
humilde ciudadano del ladrido-carrera,
mi perro no tenía argolla en el pescuezo,
ni listón ni sonaja,
pero era bullanguero, enamorado y fiero.
A los siete años tuve escarlatina,
y por aquello del llanto y el capricho
de estar pidiendo dinero a cada rato,
me trajeron al perro de muy lejos
en una caja de zapatos. Era
minúsculo y sencillo como el trigo;
luego fue creciendo admirado y displicente
al par que mis tobillos y mi sexo;
supo de mi primera lágrima:
la novia que partía,
la novia de las trenzas de racimo y de la voz de lirio;
supo de mi primer poema balbuceante
cuando murió la abuela;
al perro fue en su tiempo de ladridos
mi amigo más amigo.

“Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo
—dice mi madre—
y se fue tras de su alma —los perros tienen alma:
una mojadita como un trino—
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado…”
Ay, en esta triste tristeza en que me hundo,
la muerte de mi perro sin palabras
me duele más que la del perro
que habla,
y extorsiona,
y discrimina,
y burla;
mi perro era corriente,
pero dejaba un corazón por huella;
no tenía argolla ni sonaja,
pero sus ojos eran dos panderos;
no tenía listón en el pescuezo,
pero tenía un girasol por cola
y era la paz de sus orejas largas
dos lenguas
de diamantes.

AHORA, CALLAD UN POCO. P. PAN

Autor: P. Pan ... red.retevision.es
Fecha: 31/07/2000 17:07


Ahora, callad un poco
permitidme un último monólogo
pues me encuentro lejano
desde hace mucho tiempo.

No parece importaros convivir
con el homo sapiens non sapiente
que atraviesa las calles siempre a solas
con tal de que, al final,
repose en vuestras casas.

Me apagaréis de golpe
cualquier brillo
que destelle en mis ojos apagados.

Y encenderé la luz,
siempre a las doce,
para que mi serpiente
no se os anide cerca.

Ahora callad un poco
reteneros la furia y la pedrada
hasta que esté tan lejos
que mi figura sea
sólo un punto de luz


publicado en elmundolibro.com