sábado, 24 de septiembre de 2011

Jane Eyre. Maribel Cerezuela

La leí hace tanto tiempo que ahora que la estoy viendo en Canal Sur me sorprende. Veo una mujer de una época con un carácter y una pasión que ya lo quisieran para sí todas las mujeres que aspiran a ser una figura política del siglo XXI.


Ángel, estoy leyendo el libro que me dejaste de "La gran estafa" de Manuel García Viñó, y qué quieres que te diga? Cotejar otras opiniones siempre es positivo, nunca negativo, jajaja. ya que le molestan tanto las frases hechas al autor, las recalco.


A lo que iba, da la puñetera casualidad que se mete de lleno con mis ídolos de esta época de mi vida. En otra, cuando iba a la escuela, allí en Beires, había obras de Emilio Salgari, que era lo que leía y me gustaban, y ¡cómo no! todas las novelas de Marcial Lafuente Estefania y de Corín Tellado, así que hasta que no llegué a Cabo de Gata no leí a león Tolstói, Fiódor Dostoievski, y, por supuesto, ¿quién se atreve a decir que no quiere conocer  París?, sus pintores, su cultura, leer  a sus poetas, ... Era mi zona geográfica preferida junto a Egipto y Australia.... ¡Qué frustración! ¿Iré algún día? Cuando llegué a Adra quise ser misionera o médico cuando fuese mayor. No paraba de leer desde Julio Verne a José Luis Martín Virgil, pasando por Santa Teresa de Jesús, y León Felipe..., claro que, para mi justificación,  sólo tenía nueve o diez años.


Llegué a Almería y el cambio fue total. Por otro lado de lo más normal, empecé a salir con amigos que escuchaban la música de Lou Reed a David Bowie, pasando por Supertrans, Santana, Yes, ACDC, ...así que tocaba la época de García Lorca- para hacerles rabiar-, Kavafis, Cortázar, Pablo Neruda, García Marquez, y un larguísimo etc. que llego a la conclusión de que no me valió de mucho. Total, sólo fue desde los doce años hasta dejar la carrera de magisterio, sin acabar, con unos diecinueve. De esa época recuerdo con un cariño inmenso los poemas de Neruda, a mi profesora le encantaba y con ella llegué a Borges, Onetti, Dámaso Alonso, Torrente Ballester, Max Aub. Sigo el camino y acabo haciendo en lo que entonces era Colegio Universitario, Geografía e Historia, donde me vuelve a tocar la loteria cultural, tuve una suerte inmensa, profesores como Agustín Díaz de Toledo no hay muchos. Persona que te hace ver, mirar, leer, oír, escuchar, y eso que daba Historia Antigua. Imagina si llega a ser literatura o la novela del siglo XIX.


Tengo una memoria selectiva, olvido lo que me da la gana... esto es.. apenas recuerdo los argumentos, a veces incluso tengo que leer un poco y me digo toda avergonzada, ahh sií..., lo he leído..., pero me tengo que esforzar, y, lo que es peor, no me han sido de ayuda a la hora de escribir mejor... Me gustó más el taller que hice con el escritor Antonio Orejudo. Fue mucho más productivo y llegué a conclusiones mejores y más realistas. Nunca seré una buena escritora.



Como te decía, cada época ha tenido sus escritores preferidos. Los devoraba. Leía y veía las versiones de las películas que han hecho sobre sus obras. Comparaba. Algunas bastante decepcionantes la verdad. Y así, poco a poco, llegamos a hace como unos veinte años.... más o menos la edad de mi hijo, (Nunca lo había pensado desde ese paralelismo, pero ha coincidido que es así. Curioso) que leo y soy fiel a autores como Juan José Millás, Manuel Rivas, Almudena Grandes, Elvira Lindo, Rosa Montero, Mendicutti, Rafael Reig y Antonio Orejudo. De ahí no me saques. Les soy fiel. Compro y leo todas sus obras y el que Almudena sea o no una obsesa fetichista de los culos prietos no me molesta en absoluto. Risas.


Por supuesto que también hay otros autores. Si conoces la noticia de que cada minuto se editan tantos libros llegas a la conclusión de que es mejor seleccionar, así que opté por la cultura almeriense. Ahí tienes las obras de Francisco Cañabate Reche, José Antonio Santano (adoptado, pero ya es como nuestro), Pilar Quirosa, Barrionuevo y la editorial dtebeos, genial por cierto, José Antonio Garrido Cárdenas, Alfonso Viciana Martínez - Lage, que me sorprendió muy gratamente. Cayó en mis manos una novela "El engaño del General",  desde ese momento soy su fans número uno. Ángel Pérez y sus casos de Almería sin resolver, me lleva al recuerdo de una obra, la que más me gustó y puede que sólo publicara una, no lo se.. Juan Uceda, hacía siglos que no me había reído tanto cuando calló en mis manos sus relatos. Tenemos muchos más autores, autores que me da rabia, una cierta impotencia, que no se les conozca como se merecen, autores que tiene poca proyección por haber nacido o vivir en una provincia como es Almería... hablo de Antonio García "Che", que conocí en profundidad gracias a la editorial Gavieiro, a Juan Muñoz,...

Mi roja chispita. Autor "El Juglar de rio Almanzora"


Deliberando, saepe occasio perit (Publio Siro)
Mientras pensamos decidir, escapa la ocasión


¡¡Ay, Chispita, condená!!
por culpa de un puto virus
debiste formatear
y perdiste aquellos ripios
que compusiera El Juglar.
¡Es que entras a unos sitios
que no debieras entrar!
No te preocupes, mujer
que a todo soldado muerto,
ponerle otro en su puesto,
es lo que se debe hacer.
Por cierto, dijo Graciela
que el pelo se ha cambiado,
Marisabel Cerezuela,
que antes lo tenía moreno
y ahora esta bien colorado.
Ven que te de el visto bueno
No me tienes que contar
las razones que has tenido
p’a poner rojo tu pelo
porque yo, ya me las sé:
te diste ese colorido
para poner el anzuelo
a los jefes de UGT
y asi, con ese señuelo,
querías hacerles saber
que exijan a Zapatero
que te aprueben de una vez.


El Juglar de rio Almanzora
Porto Magno in Mare Ibericus,  dies CC XXXIII Anni Dómini MM IV in festivitatis sanctorum Bernardo, Patrono de Gibraltar, Samuel y Luicio Luna Nueva en VIRGO. Sol en TAURO

domingo, 18 de septiembre de 2011

Nadábamos río arriba.

 
Nadábamos río arriba, durante toda la mañana. Al atardecer, irresistible puesta de sol entre las hojas de los álamos blancos. Su pelo, suave y rizado, prolongaba aquellos reflejos como grandes campos de espigas. La creciente luna sólo era un pequeño punto en el horizonte infinito. Sentados, en la roca blanca, agotados, nuestros cuerpos descansaban con generosa avaricia. Rosana volvió su pequeña cabeza, perfecta, hacía mí. Quería saber dónde pasaríamos la noche. Puse mi mano sobre su hombro derecho, aproximándola al calor de mi piel. Parecía que lo estaba esperando. Con un leve movimiento giró su pecho rozándome un instante. Sus pezones marcaban el punto de mi horizonte. Me sentía. Emerge de mí la ambiciosa necesidad de mis instintos más básicos. Me reclino y ella me acompaña. No dice nada a mis gestos. No pronuncia palabras. Un dedo, sólo mi dedo anular, recorre despacio cada peca de su piel morena, tersa y suave. Falta medio trayecto. Si conseguimos llegar a la alameda antes del mediodía, seremos los ganadores de este maratoniano trofeo llamado "La luz en la montaña". Hace un rato que la tengo entre mis brazos. Lo que en principio empezó con un sólo dedo, ahora es mi mano dibujando, pincelada a pincelada, los contornos de este pétalo de rosa.

Cobijo mi sombra, alargada, perdida entre la gran roca. Ella no se queja. Oigo su latido, pronunciado, profundo. Acepta. A la altura de su cintura, cierro un poco mis dedos, aprieto sus caderas, formas de mujer impaciente. Carraspeo un poco, trago el exceso de mi saliva y sigo el camino que dibuja un pie perfecto.

De vuelta, le abro un poco las piernas, sin obstáculos. Su cuerpo, como las hojas del álamo, se mueven al compás de la brisa que las empuja. Caliente. Muy suave y sedosos, mis dedos se han encontrado con el calor del sol entre sus muslos.

Están demoliendo mi carne. Excitado, levanto un trozo de su tela, sin tocar la cálida espesura. Bajó mi mano y no puedo dejar de entretenerme con el vello suave y ensortijado de su pubis, palpitaba su cuerpo, y quise seguir perdiéndome en esa selva, en ese río húmedo y cálido más abajo, los labios de su sexo, suaves y los dedos que buscaban penetrar esa suavidad, adentrarse en ese rincón dulce y oscuro que después abriría, a la par que los gemidos poblarían su boca.

Giro despacio, una y otra vez, acaricio ese don que se me ofrece cada vez más húmedo y caliente. Necesito poseerla. Aún es pronto para tomar tan preciado momento. Alargarlo es lo propio. Con mucho cuidado retiro mis dedos de sus oquedades, profundidad que me atrae tanto. Acerco mi boca, mi aliento lo siente en seguida porque se abre ante mí como la flor en la mañana. Su fragancia me dice que siga, a lo que acompaña su mano que toma mi cabeza y la acaricia. Entiendo el mensaje y le tomo con mi lengua el paladar de sus labios. Luego baja hasta meterse en las profundidades de la misteriosa tierra. Se contrae una y otra vez. Está disfrutando. Sé que le gusta. Mi pasión no podrá frenarse mucho tiempo. Su respiración me está empujando cada vez más a tomar lo que está ofreciéndome con tanto cuidado. Bajo mi bañador, lo suficiente, para dejar paso la fuerza de mi sangre que se abre paso sin resistencia entre una piel ardiente y suave.

Siento sus manos en mi espalda, y sus piernas rompen el aire para envolverme con lujuria. Se mueve una y otra vez, me empuja. Siento que tengo que acelerar el movimiento, profundo, sentirla muy adentro. Jadeamos. Grita y me habla por primera vez: Más fuerte. Sigue. No te pares. Pongo mi cara sobre su pecho, oigo su respiración y le pido una pausa. Control o estallo. No me escucha y sigue moviendo su cuerpo tan deprisa que estallo. Grito. Me sube encima. Ahora el viento mueve mucho más deprisa las hojas. Ella, absorta, sigue a la brisa. Jadeante reposa su pequeña cabeza sobre mi con una dulzura inmensa. Cansados dormimos sobre la roca. Mañana, que es ahora, se entregan los premios. A nosotros, los dos en uno, miramos el amanecer que se oculta tras los álamos. No nos importa el premio.

autor: Nicolás Ximénez      26 noviembre 2005
publicado en la revista Transparencias. nº 6,  Pág. 17 y 18

Arco iris de añoranza. Maribel Cerezuela

 
Si mirar no se puede,
con tan exceso rayo de luz.
Hojas verdes de la hierba
flores del rosal, caramelo y miel.


Tierra húmeda de la noche
¿Qué hace ese excremento entre tus hojas?


Manto cubierto de flores
todas iguales...
las rosas.
Bien pudiera cantar amores
como bailan las mariposas.


Arco iris de añoranza,
palabras huecas que nunca sonaron,
granates de la tierra,
en el cálido otoño
blanco como la plata.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Una noche diferente. Maribel Cerezuela

Mirada de hombre,
cuerpo de mujer,
rompiendo barreras
en noches de desvelo,
para entretenimiento.


La gente, nada agradecida,
le tira objetos...,
pero ella sigue con su show
hasta el amanecer.

Con los pies cansados
sube el montacargas del tiempo,
se sienta delante del televisor
a llorar sin resentimiento.

Una noche diferente,
entre el público estaba él.
Le quería de siempre.
Soñó compartir sin poder.

La encontraron sin aliento.
Sonrisa en la boca,
yacía en el suelo.

Una noche diferente

Mirada de hombre,
cuerpo de mujer,
rompiendo barreras
en noches de desvelo,
para entretenimiento.


La gente, nada agradecida,
le tira objetos...,
pero ella sigue con su show
hasta el amanecer.

Con los pies cansados
sube el montacargas del tiempo,
se sienta delante del televisor
a llorar sin resentimiento.


Una noche diferente,
entre el público estaba él.
Le quería de siempre.
Soñó compartir sin poder.

La encontraron sin aliento.
Sonrisa en la boca,
yacía en el suelo.