sábado, 21 de octubre de 2000

Mi primera vez. Nicolás Ximénez



Iba de camino del instituto, mientras miraba distraída la gente que pasaba por la acera. Me preocupaba el examen que haría dentro de una hora escasa, para colmo de geografía, y no me había preparado nada más que el tema de la meseta. Al pasar por la tienda de frigoríficos “la carrera”, reflejado en los cristales, ví a un muchacho con las manos en los bolsillos, un suéter de cuello vuelto azul, pelo rubio, vaqueros y botas camperas, para ver su imagen me detuve un rato delante del escaparate como si quisiera comprobar el precio de las lavadoras con sumo interés. Tendrá unos cinco años más que yo y parece muy apuesto. ¿Y si le hablara? Dirá que estoy loca, y con razón, no es normal que una chica se te acerque y entable conversación con un extraño, y menos en un pueblo como éste. A través de los escaparates se podía oír el ritmo de una música empalagosa, de esas bailables en las discotecas y pensé que agarrada a su cintura, muy fuerte, bailando esa música, me sentiría feliz. ¿Y por qué no? ¿qué malo hay en que le diga algo? Seguí un rato más mirando el escaparate. El reloj de la emisora dio las 12 del medio día. Joroba, mi examen de geografía. Subí la cuesta corriendo, una calle muy estrecha donde si abrías los brazos de par en par tocabas con las dos manos las paredes de las casas. Casas con balcones de hierro llenos de flores, piedra y lasca en las fachadas, tejas rojas en los tejados; me gustaba pasar mirando con detenimiento cada detalle, los escudos de las familias pudientes en las puertas, las formas de las cornisas, los frisos con sus historias.. era muy bonito, pero ahora tenía mucha prisa porque llegaba bastante tarde al dichoso examen.

Al llegar a la puerta de madera gris, toqué varias veces el timbre luminoso, ultimísmo modelo invento del jefe de estudios, decía que así se llamaba la atención del profesor sin molestar a los demás alumnos, cuando salió Doña Mari, mi profesora. No había terminado de abrirme la puerta y ya me estaba dando una buena bronca. Celia, ¿Por qué vienes a estas horas?, el examen era a las once y media, después del descanso, ¿te acuerdas Celia? Le pedí disculpas contándole una sarta de embustes con tanta naturalidad que me dejó en paz durante todo el tiempo que duró la prueba. Del examen sólo me sabía 5 preguntas de las siete que había, así que decidí hacerlas lo más pronto posible e irme a la calle. Me acordé del muchacho rubio de jersey de cuello vuelto y camperas... sonreí soñándolo mientras contestaba los montes más importantes de la meseta; encima tuve suerte. Jajajaja.

Recogí los folios, me acerqué a la mesa de la profe y le pedí que me dejara salir sin esperar al siguiente profesor, porque mi madre estaba enferma con el riñón y tenía que hacer la comida para mi padre y mis hermanos. Doña Mari, una mujer de pelo totalmente blanco, a pesar de lo joven que era, a regañadientes porque no había llevado ningún justificante que afirmara lo que decía, me dejó ir recogiendo el examen con cierta brusquedad y mirándome a los ojos de una forma fija, tajante, como amenazándome de las consecuencias que estaba dispuesta a sufrir si le había mentido en algo. Pero no le hice caso, sólo quería irme a la calle y mirar a través de los escaparates de la tienda a ver si aparecía mi sueño de pelo rubio que parecía tan atractivo.

Bajé la calle a zancadas, sin correr, porque no quería dar la sensación de precipitación, de prisas; si me lo encontraba no quería que pareciera a propósito, tenía que parecer algo accidental. Llegué al escaparate, miré hacia todos los lados, pero no vi a mi chico. Esperé un momento y nada. Cogí mi mochila llena de libros que no entendía muy bien para qué tantos, y como era muy temprano para llegar a casa, además no tenía excusa ante mi madre que era más lince que la profesora, se daría cuenta enseguida de que me había fugado las clases del instituto, me encaminé hacia el club de mar, más exactamente hacia las rocas que bordean el club.

Desde que era pequeña tenía la costumbre de acercarme a aquél recodo, primero porque había muchos cangrejos y erizos, casi siempre conseguía pillar alguno para luego volverlos a tirar al mar. Sólo quería demostrarle a mis amigos que era tan valiente como ellos, pero nunca los mataba ni los llevaba a casa. Ellos siempre. Al llegar al acantilado rocoso que formaba aquella ensenada, me subí al muro que separaba el club de la arena y giré despacio para bajar a la roca lisa, suave, donde siempre me sentaba a verlos venir tranquilamente.

Estaba así, absorta, viendo las pompitas de aire que formaban los erizos cuando se mueven hacia la arena, esperando pacientemente para tomarlo sin que me pinchara, cuando ví una sombra muy larga en el agua. Temblé de arriba abajo. A veces sentimos cosas, no nos hace falta mirar ni que nos digan qué vemos, pero las sentimos. Así sentí yo su presencia. Un fuerte dolor de estómago fue el aviso de que estaba allí, mirándome la nuca, viendo lo que hacía sin moverme. Se sentó a mi lado. Olía a colonia de marca cara, de esas que sabes que huelen muy bien pero que no son ni lavanda ni de colonia bebé, luego tenía que ser bastante cara. Giré la cabeza y me encontré con unos ojos pequeños, marrones, muy vivos, inquietos, muy expresivos.

Me gustaron aquellos ojos que me hablaban de viajes marinos, ausencias de silencio llenas de pasión. Los pelos se me estaban poniendo de punta. Sentía como escalofríos. El chico pareció darse cuenta y me puso un brazo por encima de los hombros. ¿Damos una vuelta? ¿A dónde? Subamos a mi yate, quiero enseñarte algo que te va a gustar. Claro. Qué valiente yo. Ni lo dudé ni temí lo que hacía. Andamos hacia la bahía del club donde están todos los yates, los barcos de recreo y pesca. Subimos al suyo, un yate de color blanco con una franja azul de punta a cabo donde se leían las letras: “El arrecife de las sirenas”; entramos con cuidado para no darnos en la cabeza. Había cuatro escalones pequeños que separaban la cubierta del interior con los camarotes, la cocina, el baño... cuánta belleza. Me impresionó bastante tanta sencillez y originalidad, con esa madera lijada y pintada de colores salmón, azules, rosas, hacía unos dibujos preciosos. En la cocina había unos asientos en circulo que bordeaban una mesa blanca.

Voy a desayunar, te invito a unos huevos con mantequilla.. ¿Me acompañas? Bueno, asentí, yo también tengo hambre. En un momento preparó todo y con un poco de pan blanco y un tomate partido en dos trozos con sal y pimienta me puso mi plato. Me recreé en él como quién sabe que ese acto de comer y lo que vendrá después está fuertemente unido a la memoria de mis hormonas porque mis ovarios empezaron a moverse, no sería así, pero yo los estaba sintiendo.. me estaban bailando. Comimos mientras hablábamos de los recuerdos, la adolescencia, de las cosas que nos impresionaban. Me tomó la mano y me llevó a un camarote con dos literas. Subió a una de ellas y se tumbó boca arriba pidiéndome que le acompañara. Me temblaban las piernas, la voz, el pecho y su entorno. Una voz me decía que no debía tomar aquello que me daban, así, con tanta facilidad, y otra gritaba que lo abrazara para que no se fuera.

Ya lo estaba besando cuando él me metió la lengua en mi boca, yo torpe, no sabía, pero debe de haber algún instinto que te dice el como, porque él, con risas, me tomó la cabeza entre las manos y me dijo que sacara la lengua, luego que la girara como si me estuviera limpiando los labios,... la boca ya era su boca porque le hacía caso y mi saliva se me hacía un nudo en la garganta, me besaba, me hablaba, al cabo de un momento sobraban las palabras, su lengua era mi lengua, las dos hablaban el mismo idioma. Sabía a dulce de miel, sabía tanto que quería tragármelo entero.. se alejó de mi riendo, ehh, que me asfixias, jajaja, reía, suave, dulcemente, como su boca, yo jadeaba mientras le miraba entre expectante y ansiosa, tan deseosa de él que, con sus manos tomó mi cuello, acariciándome, besándome, me daba pequeños mordiscos en los lóbulos de las orejas, la nuca, mi pelo... casi gritaba de placer y no habíamos hecho más que empezar un ritual que duró hasta el anochecer.

Al llegar a casa aún sentía el latido de su sangre en mi sangre, de sus caricias. Las bragas las tenía un poco manchadas, había sido desvirgada, amada, feliz. Me habían hecho sentir como mujer y todo, por eso, merecía mi sueño, mi fantasía... mi placer en el paladar.. Me enseñó a amarle, a amar.

domingo, 1 de octubre de 2000

Te escucho. Maribel Cerezuela

Te escucho en la sombra de la noche,
trazamos estancias, lustrosos caminos,
corredores, ventanas de luz multicolor.
Espacio que marca el gesto en sonrisas.
Palabras pronunciadas para llegar al alma
unir senderos de eterna sabiduría.
Así quedan sonidos en el aire
que en principio, tibiamente,
como oropeles de fortaleza
son amortiguados por la luna plateada.
maribel cerezuela

jueves, 13 de julio de 2000

Dícese desencanto. FÉNIX DE LOS RESENTIDOS

Hubo una época que funcionaba muy bien un foro, en concreto la dirección web: http://foros.elmundolibro.com/foros/read.php/, donde todo autor que se registrara podía colaborar enviándo sus escritos, pensamientos, opiniones y todo lo que se le ocurriera sin censuras ni malos rollos por parte de sus participantes.

Extraigo un resumen de una de ellas, donde con un humor siempre de lo más irónico e inteligente, Fénix de los resentidos, como así se hacía llamar, escribía relatos, opiniones, sátiras, que no pasaban desapercibidos por ninguno de nosotros.


Autor: Fénix de los resentidos... (---- .red.retevision.es)
Fecha: 13/07/2000 23:33

................ lo del "hispano suelto" yo creo que se refieres a los que vamos algo sueltos de vientre. Y es que son estos dichosos insectos que me tienen postrado en cama desde que mi asistenta no me viene a echar de comer, yo creo que la autora "Alma" se refiere , tal vez, a unas inocentes observaciones mías, como que "El corbacho", por el Arcipreste de Talavera, es un libro demasiado liberal. Todo ello disculpable, pues estamos en España y al fin y al cabo ya se dijo aquello: "esclava te doy y no mujer, trátala como burro de alquiler". Pero... ¿de dónde ha salido tanta mugre como hay en la cocina? Empezaré echando Zotal y unos defoliantes para ver si baja algo la maleza que ha crecido en el pasillo, luego un afeitado con hojas Iberia y escamas Lagarto a ver si adecento esto. La vida hoy es dura para gentes de pensamiento avanzado como yo, pero algo tengo que hacer, pues la vecina del 3º dcha. ya se me ha quejado hoy tres veces de los olores que salen de mi piso. Las mujeres de hoy no aguantan nada".....

sábado, 8 de julio de 2000

Acercándome. Stieben Paul

Acercándome

Te hablaré de corazones ardidos
de ángeles en celo
de nubes y polvo.

No sé si estarás de pie o mojándote las manos
no sé si alguien lavará tus noches
o si aún esperas que te lleve el río.

Yo soy el hilo del sonido áspero
soy el guía de los labios rotos
y también el Nombre que tu pronuncias.

Me acerco y alejo
Giro y vuelco

No importa el porqué estoy aquí.
Sólo basta la impronta de la letra
para sacudir nuestras almas
Stieben Paul
Publicado en los grupos fantasia@eListas.net,  
y literarios@eListas.net el día 08 de julio de 2000, a las 20:12


Sin rastros en la memoria 

 Más allá del resplandor lunar una aguja penetra en la carne
una mueca dolorosa se esparce
un jugo tibio sube desde el Río Sangre

Las bailarinas de la noche
preparan su cofres de pura pulpa
y lamentan la huida de la Estrella Sol
como quien espanta palomas del trigal

Este es el momento mágico
la hora exacta de los milagros
donde cada pajaro crea su nido
y donde mueren los olvidados de siempre.

Y como toda luz que deambula en la bruma
tenue, débil y con destino mortal
asé se van los días del sentimiento corto
sin dejar rastros en la memoria del hombre. 
 

martes, 6 de junio de 2000

Follando en la Facultad. Juan M. Ferrer



Lo que a continuación vais a leer, espero que ávidamente, ocurrió en el verano de 2000, durante mi penúltimo curso de carrera.

Era un caluroso día de agosto en el campus universitario de Almería, simpática ciudad del sureste español, en la cual resido actualmente. Me habían quedado para septiembre Derecho Financiero II y Derecho Procesal I, dos auténticos ladrillos, y todas las mañanas acudía a la biblioteca de la facultad para estudiar, sobre todo porque allí había aire acondicionado, lo cual ayuda bastante a la hora de concentrarse en el estudio en esas agobiantes fechas. Pero ese no era el único motivo…. En verdad he de confesar que la causa principal era una chica, dos cursos por debajo del mío, que también acudía allí para estudiar y a la cual ya le había echado el ojo desde hacía un tiempo. No sabía aún cómo se llamaba, pero me prometí a mi mismo que antes de que acabara agosto la conocería. Y, para mi dicha, eso ocurrió mucho antes de lo que yo esperaba…

Era una hembra poderosa. No era muy alta, 1,65, cabello liso castaño que le llegaba por la cintura, ojos miel achinados, finos labios, tez clara y suave, grandes pechos (una 90 diría yo) y un prominente y duro trasero respingón. Total, un bombazo de tía. Los fines de semana trabajaba como azafata de J&B en pubs y discotecas. Era todo un espectáculo verla vestida con el traje perfectamente ajustado a su tremendo cuerpo, resaltando aún más sus deliciosas curvas.

Ese día iba acompañada por otra chica, a la cual nunca había visto antes. Parecían muy amigas. Estaban sentadas justo enfrente mía. Mª Mar tenía recogido el pelo en un moño hecho con un bolígrafo bic. “Un intelectual moño”, pensé. Ese día iba espectacularmente vestida, como casi siempre. Llevaba un body blanco ajustado, a través del cual se podía divisar un sujetador oscuro que sostenía sus enormes y bien contorneados senos, unos vaqueros bien apretados, marcando culo y unos bonitos zapatos de tacón. Podía oler su embriagador perfume, creo q era MILLENIA. Era demasiado, estaba poniéndome muy malito esa mañana…

La otra chica que la acompañaba tampoco estaba nada mal, pero mi atención estaba centrada al 200% en M. Mar. No podía evitarlo, me atraía como a un imán y me excitaba muchísimo.

Serían las 11.15 am más o menos cuando me levanté y salí fuera para fumarme un cigarrillo y liberar tensiones, tanto intelectuales como eróticas. Me percaté que, al levantarme, las 2 se miraron y la amiga le dijo algo al oído mientras me miraban y sonreían. Eso me gustó. Me senté en uno de los bancos del hall de entrada mientras le daba pausadas y hondas caladas al cigarrillo. Lo apuré hasta el final. En esto, ambas salieron de la sala de estudio y se sentaron en un banco que había frente al mío. Comenzaron a mirarme y a hablar entre ellas. Soltaban adolescentes risitas de vez en cuando. De repente, vi que Mª Mar me hacía una señal con la mano. Yo miré alrededor, entre confundido y asombrado de que me estuviera señalando; pero no había nadie. Era claro que se dirigía a mi. Se lo pregunté “¿Es a mi?” y asintió con la cabeza mientras sonreía. Hizo un ademán con su mano para que fuera a sentarme a su lado. Estaba muy nervioso. Pero no lo pensé ni un segundo más, me levanté y me dirigí hacia ellas. Me senté a su lado. “¡Hola!, ¿qué tal, descansando?” les pregunté; ellas se rieron y me contestaron que si. La chica me preguntó cuál era mi nombre. “Me llamo Juanma, ¿y vosotras?”; me contestaron. La amiga se llamaba Yolanda, Yoli para los amigos/a. Era una chica alta, 1,75 más o menos, cabello rizado castaño, ojos castaños, labios gruesos, apetecibles y sugerentes, dispuestos siempre a chupar buenas vergas. Me preguntaron si yo hacía también Derecho y en qué curso estaba. Les contesté que 4º. Ellas hacían 2º y les había quedado el Penal de 2º para septiembre. M. Mar me preguntó cómo me fue a mi con el Penal. Le dije que muy bien, tanto el de 2º como el de 3º los aprobé a la primera, en la convocatoria de Junio. Me preguntaron que si les podía ayudar, porque a ellas no les gustaba esa asignatura y M.Mar me pidió el teléfono. Con un rápido movimiento cogió el bolígrafo que sostenía el moño y se desmelenó. Sacó un papelito y yo le disparé mi móvil. Parecía como si lo hubiesen planeado todo. Empecé a sospechar que cabía la posibilidad de que yo le atrajera un poco, cosa que nunca me lo había planteado pues nunca me percaté de que se fijara en mi, lo cual me sorprendió gratamente.

Después de esa charla volvimos a la sala y pasamos el resto de la mañana estudiando. De vez en cuando ellas me preguntaban algo o me comentaban alguna tontería. Era genial, ya habíamos entablado conversación. El primer paso estaba dado. La tarde de ese día la pasé en casa, estudiando mucho más concentrado y masturbándome pensando en cómo M. Mar era follada por un semental negro de enorme tranca. Esa noche casi no pude dormir pensando en la mañana siguiente. Era como si presintiese que algo muy bueno, fabuloso, me iba a suceder…

A la mañana siguiente, sábado, llegué muy temprano a la biblioteca de la universidad. Ella aún no había llegado. Me senté y coloqué mis cosas y me dispuse a estudiar. A la media hora escuché el sonido de unos tacones que atravesaban la sala y el suave olor a perfume, inconfundible, me anunció su llegada. Esta vez venía sola e insultantemente vestida, lo que produjo una oleada de murmullos varoniles. Era normal. La chica se había pasado esta vez. Venía con un blusita de rayas azules y blancas, pegada al cuerpo, resaltando sus pechos y una minifalda blanca, tan inmaculada que al trasluz se podía ver su tanga de color rosa y que permitían admirar sus macizos muslos. “¡Hoy va a arrasar!”, pensé, “demasiado provocativa, van a empezar a revolotearle hambrientos buitres”. Se sentó frente a mí y me saludó. Yo le correspondí en el saludo. Ella sacó sus libros y apuntes, el Código Penal y comenzó a estudiar. De vez en cuando cruzábamos miradas. Recuerdo que en una de ellas me guiñó un ojo. Yo me sonrojé.

Después de un buen rato estudiando ella me propuso ir a tomar algo a la cafetería. Salimos y en el camino charlamos un poco sobre las asignaturas. Antes de entrar en la cafetería M. Mar me dijo que tenía que ir al baño, que no podía aguantar más. Me preguntó que si quería acompañarla. Los baños estaban en el piso de arriba, justo encima de la cafetería. En ese instante mi corazón se aceleró de 0 a 1000 p/h. Casi impulsivamente, sin pensar, le dije que sí, que la acompañaba. Era la respuesta que estaba esperando, porque me sonrió, me cogió de la mano y subimos las escaleras. Nos dirigimos a los aseos de chicas. El pasillo donde se encontraban estaba vacío. Era algo normal en pleno agosto y además en sábado. El campus se queda semidesierto. “Mejor para nosotros”, pensé. Nos metimos en los baños y M. Mar cerró la puerta con cerrojo. Se dio la vuelta y nos quedamos uno frente al otro, mirándonos, ella sonreía picaronamente, sin parar. El calor incitaba al deseo, al pecado. De repente, comenzó a dar vueltas alrededor mío y a decir que yo no estaba nada mal, que tenía un buen polvo. Se quedó detrás mía y empezó a tocarme el culo con suavidad al principio, luego fuertemente y con deseo. Sus manos recorrían mi velludo pecho, mi torso, bajaban lentamente hasta llegar a mi paquete del cual sobresalía ya un duro bulto. Al llegar ahí ella soltó un gritito de satisfacción. “¿Pero qué maravilla es esta?... mmm, ¡qué bueno!”, dijo. Yo ya no pude aguantar más y me volví. Miré en la profundidad de sus ojos y puede adivinar la lascivia que de ellos se desprendía, la lujuria a la que invitaban. Así que la agarré por el culo, levantándole la minifalda y empecé a besarla salvajemente, metiéndole la lengua hasta el fondo, hasta la campanilla casi. Bajé como un loco hasta sus senos, desabroché su camisa rompiéndole los botones. No llevaba sujetador y su tetas se mostraron ante mi en todo su esplendor. Maravillosas, bien contorneadas, sus pezones estaban tiesos, turgentes. Empecé a chuparlos y morderlos. Ella se retorcía de gusto. Le dije que me chupara la polla. Ella accedió sumisamente, sin rechistar. Además, lo estaba deseando. Desabrochó mis vaqueros y bajó mis calzoncillos burdeos. Mi gran verga pétrea salió disparada de su prisión hacia su boca, la cual engulló entera. ¡Era delicioso!. M. Mar era divina, la chupaba con gran maestría; parecía tener mucha experiencia a pesar de contar apenas con 20 añitos recién cumplidos. Adelante y atrás, sin parar, adentro y afuera, lamía en círculo mi capullo, el glande, me agarraba fuertemente los huevos y también los chupaba cual loba hambrienta. Era una zorra y eso me encantaba y al parecer a ella también. Yo la agarraba del pelo y dirigía su cabeza hacia delante y hacia atrás, a un ritmo uniformemente acelerado, frenético. Me dijo que hacía tiempo que estaba deseando tener mi tranca en su boca y que estaba muy mojada porque por fin lo había logrado. Yo le contesté que también yo tenía ganas de follarla como iba a empezar a hacer en ese preciso instante. La levanté y la puse de espaldas hacia mi, ella apoyada en los lavabos y de cara al espejo. Le quité por completo la minifalda blanca y aparté un poco el tanguita rosa que llevaba y la embestí sin piedad por su magnífico conejito rasurado. Su coño estaba muy caliente y goteaba de necesidad. Recibió mi aparato con gran satisfacción y gozo. Y empecé a montarla como un potro desbocado, sin parar. La follaba con tal deseo que creo q a veces le hacía daño, pero no le importaba porque era lo que había estado anhelando durante tiempo y yo también. Además, nos ponía muy pero que muy cachondos el poder contemplarnos frente al espejo mientras echábamos ese gran polvo. Mi gran pollón rojo y gordo la penetraba una y otra vez sin parar, mientras con el dedo índice hurgaba en el agujerito de su culo lo cual ella agradecía con gemidos de placer incontrolables. Ella gozaba sin parar, corriéndose una y otra vez. Me pidió que se la metiera por el culo. Pero antes lubrifiqué un poco su ano con agua y jabón de baño. “¡Vamos, cabrón, mi culo necesita tu polla, métemela ya!”, me dijo mientras se masturbaba y yo untaba mi dedo índice de jabón. La volví a poner de espaldadas e hice que se agachara un poco más. Era un espectáculo verla en esa posición, en pompa. Sus prietas piernas, apoyadas sobre sus tacones y su potente culo, insinuándoseme descaradamente, que parecía querer decir “¡Fóllame papi, sin parar!”. Así que me dispuse a ello sin pensármelo más veces e introduje mi roja verga en su culo, bien lubrificado. Al principio con cuidado, pero cuando todo él estaba ya dentro empecé a darle caña. Al principio gritaba un poco pero luego se abandonó al placer, al goce del roce. ¡Ooh, qué bueno!. Era un deleite, placer de dioses. Sentir cómo mis muslos chocaban contra sus nalgas. Era una sensación deliciosa. Ella se tocaba el coño por debajo con la mano derecha e introducía sus dedos, desde la uña esmaltada roja carmín hasta la última falange. Yo ya no podía más y le dije que me iba a correr. Se dio la vuelta y se metió mi roca en su garganta y allí descargué todo mi esperma, toda mi leche condensada, que se empezó a desparramar por sus labios, por su boca, por su barbilla, cayendo gotas en sus pechos. “¡Ahí tienes, zorra, toda para ti, chupa hasta la última gota, ordéñame sin reparos, vamos!”.¡¡OOHH, QUÉ BUENO, QUÉ CORRIDA!!. Fue inolvidable. La sensación de relax fue indescriptible.

Mientras nos arreglábamos alguien intentó entrar. Nos miramos sobresaltados. Cuando estuvimos listos abrimos la puerta. Era una chica que quería entrar. Nos miró sorprendida y nosotros le sonreímos. Luego, mientras bajábamos las escaleras, soltamos un par de carcajadas. Le pregunté a M. Mar si quería tomar algo para desayunar. Me dijo que no porque acababa de desayunar leche de calidad y me guiñó un ojo. Ese comentario hizo que mi autoestima se elevase considerablemente, por las nubes, como suele decirse. Yo sí fui a la cafetería a tomar algo y a recrearme en esos increíbles momentos, casi sacados de la mejor película porno, pero reales, muy reales, académicamente reales, como la vida misma…

domingo, 21 de mayo de 2000

El comic español está en la red. Maribel Cerezuela


* El cómic español también está en la red, como no podía ser de otra forma, por eso he querido darles su reconocimiento desde aquí empezando con la página de http://www.sendanet.es-/escolajoso/comic.htm donde en un curso, a decir de sus autores, "...Dividido en cuatro años...: Constituye un detallado recorrido a través del lenguaje de la narrativa gráfica, destinado a cubrir la formación básica para el futuro dibujante de Comic. Desde el boceto primario hasta la realización de la historieta a color.



* CURSO DE MANGA. Si quieres aprender en qué se diferencia el estilo de Otomo del estilo de Miyazaki. Cómo realizar un exoesqueleto rivalizando con Masamune Shirow, el humor de los personajes de Akira Toriyama, o la increíble puesta en página de Yukito Kishiro. No lo dudes... Entra en el apasionante universo del MANGA. El tipo de historieta más leída del mundo. Autores, Formatos, Personajes, Estilos, Narrativa, Vestuario, Anatomía, Texturas, Entintado, Composición, etc...Todos los detalles reunidos en 235 páginas especialmente diseñadas de forma práctica para una fácil comprensión. 



* ¿A quién no le gusta sentir que una brisa de alegría recorre su cuerpo, que le ayude, entre otras cosas, a olvidar los malos momentos como el paro y la obligada visita a páginas web de http://www.todotrabajo.com, por nombrar una? Y es que el mundo del cómic es un arte que siempre está en constante evolución, dibujo muy muy depurado, frases sencillas y cortas, pero que te mantienen pegado a la pantalla durante todo el tiempo.



http://www.lacupula.com/albums/max/max1.htm trata de una figura audaz, intrépida, "Gustavo es el primer héroe ecologista y rebelde del cómic: le van las drogas, el sexo, el rock and roll... y, sobre todo, dar mucha cana a los carcas. Al frente de su pandilla decide enfrentarse al poder establecido, que esta vez ha tomado la forma de central nuclear. Dispuesto a acabar con la peligrosa actividad de la central y con los despreciables empresarios que la financian, Gustavo iniciará una lucha sin cuartel. No hay personaje que nos diga tanto de Max como Gustavo: con él confirmó su extraordinario talento, gracias a él alcanzó la categoría de maestro del cómic y a través de él expresó sus mayores inquietudes, preocupaciones e ideales sociales. Con este volumen iniciamos la publicación de las obras completas de Max, recopiladas por primera vez en una única colección TODO MAX". Tomamos las riendas de nuestro destino, y planeamos dónde despertar al día siguiente, qué amanecer ver, mientras las olas sacuden el ayer. 



* Tú y tus recuerdos juntos a vivir una nueva aventura, donde encontrar nuevos amigos. Volver a ser niños, volar hacia las estrellas, sumergirnos en el mar http://libros.elcorteingles.es/index.asp entramos en la página de esta empresa, sin ánimos de lucro, pero si con el convencimiento de que lo que busquemos, lo encontraremos, y además ... de forma rápida y barata.



* Cuando el día 30.01.00, salía en los medios de comunicación la historia del DOTCOMGUY, o chico que ha retado al mundo para demostrar que puede vivir en un hogar con sólo Internet, me sentí  sorprendida, no por la proeza en sí sino por ver como se las había ingeniado para ser en su intento, que en definitiva es lo que importa. Ha sabido convencer a las empresas de que se puede vivir a base de comprar y vender por Internet, eso es lo importante. Especular, ofrecer un producto y saber venderlo. Después de él vinieron otros muchos.. y ahora llevamos un tiempo que ni se habla del tema.. será que ya todo lo vemos normal? Piénselo 


Publicado en septiembre de 2000.
Os recuerdo que la ñ como tal había que escribirla con código ASCII, y que el paso del tiempo ha ido cerrando muchas de las páginas que aquí se nombran o en otros escritos. 
Maribel Cerezuela

miércoles, 19 de abril de 2000

Juan Carlos Cuesta. Historia


n un lugar no muy lejano, en un tiempo en el cual a los hombres de bien se les conocía como caballeros, las mujeres eran consideradas doncellas y los pueblos eran aldeas... en ese tiempo, donde no existían países sino reinos, existía un lugar al que todos llamaban DreamLand donde solo los que tenían buenos pensamientos, mente sana y las mejores intenciones podían habitar.


einaba por aquel entonces en el reino de DreamLand un Rey bueno, amado y respetado por sus súbditos, a los cuales trataba como se espera de un Rey. Su nombre era Robert. Era exigente con ellos, pero los ayudaba; nunca era injusto ni se enfadaba, sino que la justicia que imponía era pacificadora. Dialogante hasta el infinito, lograba que todo el mundo en su reino respirase armonía y tranquilidad. Por supuesto que el Rey no estaba solo. Su buen carácter era debido a todo el amor que se respiraba en su castillo. El ser tan amado, le hacía dar amor. La mayor parte de ese amor se lo daba su hija, una preciosa niña de pálida piel, pelo oscuro y enmarañado, alta y delgada. Una chiquilla muy activa y alegre que, a su vez alegraba el corazón del castillo. Aunque su nombre era Katherine, todo el mundo la llamaba Kake, por su dulzura. Todo era perfecto en Dreamland.....





ero como siempre en esta vida, todo YING tiene su YANG. La bondad del rey chocaba con el odio de su primo; un hombre que vendió su alma al diablo por envidia y poseer más en esta vida. Una vida triste y desdichada desde entonces; solitaria por su propia culpa, por su maldad, solo acompañado de monstruos creados por el mismo para poder imponer sus criterios. Monstruos obedientes pero odiosos, de aspecto repugnante y alma más repugnante aún. Esos eran sus esbirros, servidores por temor, no por respeto. Su reino era oscuro, se llamaba NigthmareLand.


erde de envidia por la riqueza de su primo, un mal día, utilizando todo su poder destructivo y su legión de dragones, atacó, y destruyó todo lo que encontró a su paso.
Sembró el pánico y la muerte. Arrasó con todo lo que no pudo crear menos a la hermosa Kake. No pudo con su encanto y belleza. De nuevo la envidia de todos los días que su primo había disfrutado con esa criatura hizo que su odio creciese y pensó en dar un castigo ejemplar a la princesa. La llevaría a su castillo y la convertiría en uno de sus lacayos. Sí, eso podía estar bien.....
El castigo de vivir una vida totalmente distinta a lo que siempre había soñado. De vivir en DreamLand a mal vivir en NightmareLand.




a noticia del cruel asalto llegó a todos los confines del universo conocido, y todos lloraron la muerte del Rey, pero sobre todo la captura de la princesa Kake. Todos los caballeros discutían sobre un posible rescate, pero nadie tenía ni plan, ni valor suficiente para arrojarse a semejante empresa. Sin embargo, un joven sirviente, un chico no muy fuerte, no muy alto, no muy guapo, pero inteligente y valeroso, al ver tanta indecisión levantó su voz sobre el resto y al grito de ¡¡¡COBARDES!!! salió solo y con una espada como toda arma con la idea, loca pero valiente de liberar a la princesa.


¿ Quieres ser tu ese muchacho ?


miércoles, 5 de enero de 2000

Luces de Bohemia.


Luces de Bohemia

La obra terminó su representación en la plaza del pueblo, sobre las once de la noche, con muchísimo público aplaudiendo a rabiar a los actores por el entorno conseguido de una obra siempre difícil, trágico drama no siempre fácil de representar; aún puedo sentir ese dolor de estómago consecuencia de ese argumento tan visceral, sentía nauseas. Nos fuimos al hotel con la idea de cenar algo muy ligero y descansar bastante para estar fresquitos para la mañana siguiente, a las siete de la madrugada salía nuestro tren, no podíamos demorarnos mucho. Al terminar de cenar cada uno se fue a su habitación.

Estábamos en un hotel muy acogedor y hermoso con vistas a un mar bravío donde los árboles casi llegaban a la misma orilla de la playa. No podía dormir; la emoción había sido intensa y necesitaba un poco de charla sobre el tema, un drama de Valle Inclán "Luces de Bohemia" llevado a la actualidad de forma tan convincente que aún me estaba zumbando en el cerebro. Subí a la habitación de los actores, tal vez estuvieran despiertos pensé, necesito comentarles la temática de la tragedia y su desarrollo para comprender mejor todo el argumento.

Toqué a la puerta, pero nadie respondió. Giré el picaporte, la puerta cedió abriéndose. Entré con cierta timidez, admiraba a los actores y me entusiasmó la idea de curiosear todo sin ser vista. Se oían voces en el pasillo, de puro instinto me escondí detrás de las cortinas. Qué osadía, pensé, esto se parece a una mala película en blanco y negro, al final me descubren. Venían contentos, riendo sin cesar, besándose, tocándose, amándose... se desnudaron sobre la alfombra con tanta ansiedad y pasión que no pude evitar excitarme.. Era conmovedor, súper excitante ver como se deseaban.

En un acto reflejo empecé a tocarme el pecho, a acariciarme una y otra vez, quería compartir lo que estaba viendo y no sabía exactamente cómo.. mis dedos bajaron hacia mi clítoris, bastante excitado, deseoso de ser lamido como estaba viendo, acariciado, mordido... deseo de ser penetrada con fuerza y en cierto modo rabia, lo necesitaba. Quise salir de allí, apenas tenía espacio para moverme y las cortinas me podían delatar.

Todo parecía un sueño fantástico, desarrollado en un entorno de aromas embriagadores, luces acogedoras y música ambiental con mucho ritmo. Una mano me descubrió sin apenas darme tiempo a reaccionar, yo que me sentía tan segura, fuí delatada por mi propia respiración. José, que así se llamaba el que hacía de actor principal, riéndose de mi apuro me invitó a pasar a la sala. Las bragas las tenía sobre las rodillas. El pelo suelto me caía sobre una cara que sentía ardiendo de vergüenza, tal que no me podía ni mover. Me tomó en brazos, poniéndome sobre la alfombra, al lado de Celia, una chica tan guapa que parecía pulida con el mejor mármol de Macael por un maestro como Miguel Angel, un pecho muy hermoso, cintura pequeña y piernas larguísimas. Tenía la piel muy blanca y suave. Sentí deseos de tocarla.

No me preguntaron si quería participar o no, simplemente José me empezó a desnudar, con prisas, las mismas que un momento antes tenía con Celia, esto me puso a mil por hora, no podía reaccionar, y sí empecé a participar, quería que me tomara. Celia le ayudaba con los botones de la blusa y él ya estaba enfrascado en mi boca húmeda, mis labios, el anillo que separa mi clítoris de mi culo.. me tomaba una y otra vez. Al tiempo, Celia no perdía tiempo y una vez me quitó la camisa y el sujetador me empezó a besar los pezones, dolidos hacía rato de lo excitados que los tenía, se estaba restregando sobre mi cintura, mi pecho mientras un jugo viscoso me untaba mi piel ansiosa. Grité de placer. Ya no sabía que mano estaba dónde dentro de mi cuerpo, por todas partes me quemaba la vida, el deseo. Celia me preguntó algo que no entendí, casi a la vez José me estuvo penetrando una y otra vez mientras ella me sujetaba las manos detrás de mi cabeza acariciándome una y otra vez mis axilas, cuello, pecho. Estaba a punto de gritar cuando sentí los labios de Celia en los míos.

Me rogaba le mordiera el clítoris, muy pronunciado, fuertemente excitado, rodeado de unos labios morados de tanto placer. Le metí primero dos dedos a ver si podía lograr excitarla tanto como yo estaba para después, de forma ansiosa tomar entre mis dientes sus labios dándole pequeños mordiscos a todo alrededor, las ingles, el pubis, en su ombligo metí mi lengua y luego vuelta a empezar de abajo a arriba, siempre dando tiempo a que se excitara tanto que me pidiera más a la vez que no dejaba que mi mano saliera a tomar el aire la quería entera dentro. Me la estaba sujetando con fuerza para que llevara un ritmo ahora más frenético, con más fuerza y girara en pequeños círculos tocando las paredes de su vagina totalmente lubricada. Mi temor a hacerla daño sólo me permitía meter dos dedos, a lo sumo tres, pero ella pedía que la penetrara con fuerza. A todo esto, José me transportaba a otro mundos, haciendo cada vez más difícil la concentración en lo que Celia necesitaba.

Así estuvimos mucho rato, dándonos mucho placer hasta que José pidió correrse dentro de Celia a lo que ella accedió gustosa, lujuriosa, poniéndose de cuclillas para que su miembro la llenara toda, teniéndome a mi debajo no dejando de morderme una y otra vez los pechos que una vez los juntaba, otras los abrazaba entre sus manos, todo dependía de las embestidas que le propiciaba José que logró cerrar el ciclo felizmente para los tres. Fuera se oía la música empalagosa que amenizaba la fiesta eterna en los alrededores de la piscina, pero nosotros, relajados en la alfombra, no podíamos movernos.

Quería preguntaros no se qué sobre el argumento de la obra, para eso vine, pero ya no me acuerdo. Ja, ja, ja, los tres a la vez. Nos dimos un beso en la boca y nos despedimos hasta el año siguiente, que a buen seguro sería una obra excelente y una buena noche de placer y ensueño. Buen viaje amigos. Buenas noches Lola.

autor: Nicolás Ximénez 06/01/2000