lunes, 20 de diciembre de 2004

La calle de la alcazaba.

Como cada día, María se preparó para ir al trabajo. Aquella tarde hacía demasiado calor. De entre su amplio vestuario decidió que lo mejor era ponerse ese vestido blanco que se compró en las segundas rebajas del Corte Inglés. Por otro lado, sentía un inmenso remordimiento, especialmente en aquél momento, porque sabía que, de camino al trabajo, como siempre, tendría que pasar por la zona más "peligrosa" de la ciudad llamada la zona de "las perchas", y no precisamente de buena fama.... se encontraría, con toda seguridad, con situaciones difíciles de solucionar o la menos,  la podían poner en un gran aprieto, .. Pero,  no iba a dejar de ser ella misma por cuestiones de tipo, llamémosle.. "inevitables".

Era todo un reto. Vestida, al fin, con un gran escote en forma de corazón que sobre su pecho latía como nube de algodón, le favorecía de tal forma que parecía había sido diseñado para cubrir aquellos preciosos pechos, duros, bien formados, y muy jóvenes, que ella, con apenas 23 años recién cumplidos, lucía con todo descaro y desconsideración para con sus compañeras de trabajo, mucho más gruesas que ella y con menos estilo en el vestir. Cerró la puerta con sumo cuidado. Sus padres estaban echándose una siesta placentera, y a ella no le gustaba que la oyeran marcharse con aquellos tacones de aguja, de color blanco con tira azul y bolso a juego, que tan especialmente esbelta le hacían. Suponía que su madre, y con toda la razón, le llamaría la atención recordándole que tendría que pasar por la gran avenida que conduce a lo alto de la calle La Reina,  o lo que es lo mismo, la oficina de información y turismo de La Alcazaba.

Al pasar por enfrente de la puerta de los cines Monumental, se dio cuenta que pequeñas gotas de sudor brotaban de su frente, por entre su flequillo despeinado con gran estilo y al gusto de su estilista, que suponía que era lo mejor para aquél espíritu siempre inquieto y rebelde.

Tomó un pañuelo de su bolso y se paró a asearse aquél estado de su cara que, por mucho que se empeñara su estilista, ella consideraba que no era el apropiado para ir a una mediocre oficina a trabajar todo el tiempo con la cabeza gacha y resoplando para poder ver los manuscritos que tenía que copiar y leer.

De espaldas, se dejaba ver la perfecta línea que marcaba su espalda, sólo alterada por la forma del sujetador y unas braguitas que marcaban su perfecta silueta. A través del espejo de la puerta, vió como, no creyéndose vistos por nadie a esas horas,  un chico se para y de forma impetuosa sienta en el capó de un coche azul a una chica y la besa una y otra vez, sin dejar de levantarle la falda y acariciarle las nalgas y la espalda.

Lo que vió le hizo enrojecer. Se dijo que hacía mucho calor y siguió su camino,  sintiendo como cierto pudor le corría sus mejillas y un cierto calor en su vientre le producía una sensación de celo que la desorientó.

Tocó al timbre, y al abrirle la puerta Sebastián, sintió como si toda la imagen que tenía en su mente se reflejara en su rostro como si de una película se tratara. Le preguntó que si le pasaba algo y la acompañó a la entrada principal hacia las escaleras de piedra que conducen a la oficina de Información al cliente.

Suba usted, señorita. Sintió la mano de Sebastián en su espalda y un escalofrío, mezclado con la sensación de calor que todo el camino la había acompañado.

Deseó estar sentada en su acogedor asiento y poner el aire acondicionado, secuencia que repetía cada tarde nada más llegar. Cuando ya estaba a punto de entrar en el pequeño saloncito, acogedor y bien decorado de su estancia, miró el reloj y se dio cuenta de que aún faltaban más de 15 minutos antes de que sus compañeros vinieran, entre otras cosas porque no era precisamente la puntualidad su cualidad más destacada.

Dejó el bolso sobre la estantería y salió. No había hecho más que volver hacia la esquina de la oficina en dirección a los baños termales cuando sintió la mirada fija de Sebastián en su espalda. Prefirió no mirar hacía atrás y hacerse la desentendida. A esa hora era totalmente imposible que nadie la observara ya que Sebastián era el portero de la Alcazaba y la hora de apertura al público con explicaciones históricas de cada aposento y demás no la empezada su compañera Rosario hasta las 18 y 15h., por lo menos, por aquello de la puntualidad que habíamos dicho antes.

Aceleró el paso y entró en la estancia que la madre naturaleza se había encargado de hacer y que los jardineros se preocupaban de mantener con todo esmero. Por algo se había, con el paso del tiempo, producido un entramado de ramas y flores que mantenían como oculta la entrada a los baños y daban esa sensación de seguridad que da cualquier pared de ladrillo de una  casa normal.

Nada más entrar le embriagó el olor intenso a alhelíes y narcisos que tanto le gustaban. Con calma se desabrochó la gran cremallera que corría su espalda desde el cuello hasta la altura de la cintura y dejándolo caer sobre la piedra ocre y limpia se sujetó el pelo con unas horquillas y dejó los zapatos en un lado para que no se mojaran con el chapoteo del agua.

Unos rayos de sol cubrían su cuerpo cobijándola del mismísimo sol y del aire caliente que atontaba.  Avanzó despacio, bajó un escalón, luego otro, y cuando el agua ya estaba por su cintura se dejó caer del todo sintiendo que todo su cuerpo se abría y se dejaba mecer por aquella agua cristalina y templada producto del sol y de las propiedades termales que la caracterizaban.

Jugó un rato con el agua. Sintió que estaba aún bastante acalorada, excitada por las imágenes que más que haber visto, había imaginado y sentido dentro de sí como fuego que abrasa. Pasó sus manos por sus pechos, su vientre, con suavidad, y tembló de deseo y placer. Estaba en esa pose, como quién hace el muerto en el agua, cuando sintió que otra mano la cogía de la espalda y una sombra tapaba los rayos de sol que cubrían su cara. Miró, dio un respingo y fue a levantarse cuando Sebastián le dijo que se dejara llevar, que no pasaba nada, con esa voz profunda y tan personal que le caracterizaba, así como con una mirada fija y segura en sus ojos. Nunca supo porqué ni se lo preguntó porque no encontró respuesta que le satisficiera, pero se dejó llevar.... Sebastián la empujó suavemente por entre el agua y los nenúfares del estanque jugando con su cuerpo, que ahora se dejaba deslizar hacia abajo y luego hacía arriba formando un remolino que a la vez que le producía cosquilleo le daba, entre las piernas, una sensación de quemazón que cada vez le estaba gustando más y más. Las manos de Sebastián, firmes, seguras, cogían ahora su espalda, luego bajaban por sus nalgas, sus piernas, con ritmo y suaves a la vez.. que la embriagaban.

No abría los ojos. Se dejaba llevar. Cuando de pronto, sintió que en una de esas veces que él la deslizaba hacia abajo, le abrió las piernas con suavidad y la atrajo hacía si, sintiendo que con dureza y fuerza como la paraba con su sexo  y la rozaba con pequeños golpes en los labios una y otra vez,  sin ningún esfuerzo, como si flotara sobre una nube de algodón, más que nadar en aquellas aguas tan cristalinas. Parecía una pluma en sus manos. Una sensación liviana, sutil, etérea,... así se  sentía y así lo parecía. Se dejaba llevar y traer.

Contrajo las piernas, la pelvis, sentía como si en cada vaivén se tragara el agua del estanque y sentía cierto pudor.. Sebastián la cogió por la cintura con una mano y con la otra le rozó los labios de su coño así como le introducía los dedos sin esfuerzo para ir excitándola cada vez más.. Le pasó la mano por entre su pelo rizado y rubio, sus labios cada vez más rojos y excitados, su clítoris duro y prominente.. que la estaban haciendo gritar de placer. Gemía con fuerza. Y no podía parar. En ese juego pausado, suave, y sin parar estaban cuando oyeron el timbrar ensordecedor de aviso a los clientes de que empezaba el recorrido hacia el interior de la Alcazaba. Con esfuerzo y rabia salieron a toda prisa, se secaron y se vistieron, tirando cada uno por un camino distinto de vuelta a la oficina. Sintió un dolor agudo en el bajo vientre y en la pelvis una gran quemazon.. fue una jornada sin acabar y estaba deseando hacer algo.. no podía más. Saludó con cierta aparente frialdad a sus compañeras, más por estar ajena a ellas que por dejadez y se metió a toda prisa en la habitación que conduce a los aseos de señoras a la derecha y caballeros a la izquierda.

Una ligera brisa de aire movió su pelo con cierta soltura. Miró la ventana y se dedujo que la habían abierto sus compañeras al entrar. Iba a coger el pomo de la puerta de entrada a uno de los aseos cuando la levantaron por detrás. Y la pasaron hacía dentro. Una mano en la boca le impidió gritar.. era Sebastián. Si ella estaba excitada, él, fuerte, varonil y fogoso estaba ansioso y angustiado por el placer que sentía.. Sin mediar más palabras la subió sobre sus rodillas y la penetró con fuerza una y otra vez. La besaba para que no se oyeran sus gemidos y la hablaba al oído con palabras cada vez más obscenas y excitantes..

©Por una barra de pan.


Me gustaba aquél olor a pimentón dulce, a laurel, a ajos, a hierbabuena. Los fines de semana nos quedábamos en la tienda porque mis padres se iban de viaje al pueblo, me gustaba que se fueran. Las personas que venían estaban viciados por las costumbres de atención y su buen tacto y yo no quería despacharlos sin que se fueran pensando que allí no faltaban los Yebra.

Un día, vísperas de San Juan, la tienda se abarrotó de gente, sobre todo chiquillería que compraba coca colas, fantas, golosinas... eran muchos y no estaba dispuesta a que faltara nada o mi padre lo notaría enseguida llevándome una buena regañina. Entre gritos de los chicos y chicas, me daba toda la prisa que podía para no impacientarles por temor a que me empezaran a romper los estantes donde mi madre colocaba en perfecta armonía montañas de cajitas de todos los colores que contenían azafrán, comino o tomate seco. Entre tanto barullo, se oyó una voz, en un meloso y sonoro italiano, preguntándome si tenía "ron negrita y mucho hielo", ..."mucho hielo señorina, mucho hielo para mi"... "¿tiene usted?". Esa voz, tan melódica volvió todo del revés en un momento. Ya no me importó lo que hicieran los chicos, ni sus voces o sus prisas... sólo tenía oídos para este chico de acento italiano, pero tan rubio, de piel tan blanquísima que parecía bajado de la mismísima Escocia hacía unos minutos.

Le atendí sin retirar mi mirada de aquellos ojos risueños, cariñosos, guasones, moviéndome como una autómata al sonido de su eco. Me pagó el importe de la compra y se fue dejando una estela, embriaguez en mi corazón alterado, por tan peculiar belleza. ¡Que hombre tan guapo! No tendrá más de 35 años. Tal vez algunos más. No sabría con exactitud su edad, su atuendo era muy juvenil haciendo juego con una voz que me recordaba al “loco de la colina” en sus mejores momentos... ya sabes, voz de matices, sinuosa, lujuriosa, haciendo hincapié en cada sílaba, recreándose en los tiempos y frecuencias inevitables y directos a tu corazón.

El resto de la tarde transcurrió igual, mucha gente con bolsas camino de la playa, chucherías y mucho hielo para pasarlo bomba. Sentía cansancio, las piernas embotadas de tantas horas de estar de pie y sudada. Tenía la sensación de que olía a esa mezcla tan humana y peculiar de una tarde de verano rodeada de mucha gente. Es inevitable supongo oler mal en estos momentos.

Estaba absorta, con un pie en la ducha que me iba a dar, con otro recogiendo a toda prisa todos los cuchillos, la madera de cortar el pollo, cerrando las cubiteras y reponiendo el agua de las bolsas de hielo cuando entró el italiano por la puerta. Descaradamente me lo quedé mirando al tiempo que le pregunté qué deseaba. "Señorina, por favore, barras de pan, ¿le resta alguna barra de pan?", preguntó con ese acento.. ¡Ay dios, qué acento tan lindo!. En la tienda no me quedaba ninguna barra, pero, previniendo por si me animaba a irme a la playa con los amigos, había metido en el congelador de casa, muy de mañana, dos barras, lo que tendría de sobra si compartía con aquel señor una. Mientras iba cerrando la caja le comenté que tenía en casa, que si me acompañaba le daría con mucho gusto una. Dijo que si, que esperaría sin problemas. Cerré las persianas de la tienda, y nos fuimos dos calles más abajo que estaba la casa de mis padres. Abrí la puerta y pensé que lo mejor sería que esperara fuera, en la calle, mientras las ponía en una bolsa y se las daba. Pero él no debió de entender mi preocupación por el qué dirá mi vecina ni entendió de costumbres o modas porque pasó detrás mía al interior de la casa sin esperar comentario alguno de mi parte.

Encendí la luz y con un gesto le señalé el sillón donde podía sentarse a esperar un momento, sólo un momento, comenté, mientras iba camino de la cocina y tomaba la barra de pan. Me estaba poniendo muy temblona, casi que me estaba sintiendo demasiado nerviosa. La situación había que controlarla. Salí de la cocina y el pan fue directo al suelo. Allí estaba él, encima del sillón, totalmente desnudo, excitado, viéndome llegar. Mi reacción fue la de acercarme cogiendo su pantalón, pidiéndole que se lo pusiera y se marchara, al tiempo que deseaba ese miembro fuerte, viril que me estaba provocando. No podía quitarle la vista de encima y eso me irritaba. Vamos, ¡¡vístase.¡¡. Grité. Se levantó con parsimonia, se acercó a mi y cogió la camisa, pero en vez de ponérsela la puso cuidadosamente encima de una silla girando para tomarme en un abrazo sin tiempo a protestar. Su boca se juntó con la mía, me mordió en los labios, las orejas, el cuello. Al principio mis manos intentaron disuadirle para que me dejara, pero mi pecho excitado, y la saliva de mi boca decían todo lo contrario.

Me dejé llevar. Se dio cuenta rápidamente porque sin pararse un segundo en abrazos, mordiscos suaves y caricias, me desabrochó el vestido verde manzana que llevaba puesto tirándolo contra el suelo, a la vez que me subía sobre su cintura con una mano y con la otra tiraba de mis bragas, que sin llegar a quitármelas ya me la había metido hasta dentro con tanta destreza que chillé de placer. Me estuvo cabalgando una y otra vez, cada vez más fuerte, jadeante, al tiempo que me decía frases en un italiano provocante y lujurioso dándome el estómago fuertes dolores de placer y ansias.

Cuando creí que había llegado él a un orgasmo por los gritos de placer que daba, me bajó al suelo dejándome abierta totalmente de piernas encima del sillón. Se agachó besándome toda, comiéndome toda a besos, mordiscos de placer de forma que su lengua ya formaba parte de todo mi pecho al que absorbía con verdadero ímpetu e interés. Bajó al cabo de un tiempo hacia mi monte de venus, primero, después a mis labios, boca de fuego, lava a punto de estallar, que bebió sin pudor mordiendo una y otra vez cada protuberancia, cada labio, cada recoveco. Su lengua la sentía dentro de mí una y otra vez a la vez que su nariz me frotaba mi clítoris insaciable.

Levantó la cara, me miró con éxtasis la expresión de la mía y sintiendo a la vez que veía que estaba a punto de llegar al punto más álgido donde la locura, pasión y miedo a tanto placer se mezclan sin esfuerzo, me dio media vuelta y tomándome el trasero entre sus manos me la metió hasta sentir mercurio, por sus anillos, sobre mi anillo infernal, de forma unívoca en un sentimiento mutuo de tanto placer que perdí el conocimiento.

Cuando me desperté, abierta toda de piernas en el sofá, sudada y mordida por toda mi piel, sentí que era otra persona distinta a la que se había levantada aquella mañana queriendo aprender de negocios sin acritudes. Me levanté con esfuerzo y al pasar por el espejo de la consola del mueble del comedor pude comprobar como mis pezones aún se mantenía erguidos, desafiantes, mirando al techo, doloridos, pero felices, casi sintiendo sus labios que quemaban, sus dientes que acariciaban. Al pensarlo noté como un fluido viscoso bajaba por entre mis piernas. Estaba claro que había disfrutado bastante. Me preparé un buen baño con agua muy caliente y muchas sales.. Mi dulce italiano. ¿Dónde estas?.

autor: NICOLÁS XIMÉNEZ 
21 de diciembre de 2004

domingo, 7 de noviembre de 2004

Puentes imaginarios. 11/10/1999. Maribel Cerezuela




La Página de los Cuentos - www.loscuentos.net - diariovoz - 'Puentes imaginarios'





Puentes imaginarios

Así que me conociste,
en un mundo de ensueño y fantasía
trazando palabras, firmes, poderosas
llena de costumbres, recuerdos...
poseídas de verdades absolutas
que llenaban mis oídos
de ese aroma que embriaga
para siempre la esperanza.
Firme. Segura.

En eterna consonancia con el hacer diario,
amabas los crepúsculos,
los ocasos de las estrellas de la noche.

Soñabas al alba el camino,
trazabas puentes imaginarios
de cuerpos hermosos inventados.

Construías casas portátiles,
confortablemente instaladas
con abrigos de palabras.

Suave fuego de chimenea ardiendo
en madeja que une la vida
manejada, desenredada, vigorosa.






Texto de diariovoz agregado el 07-11-2004 a la
Página de los Cuentos 



miércoles, 3 de noviembre de 2004

Mi jefe no paraba de incitarme. Nicolás Ximénez


autor: Nicolás Ximénez  04/11/2004


Ahora que tengo el título, supongo que no me libra nadie de seguir con un argumento medianamente perfecto. Lo difícil será contar la historia para que parezca creíble. ¡Creíble!. La última semana no han dejado de pasarme cosas "sobrenaturales", por aquello de estar más cercanas a la irrealidad que a lo real.

Todo comenzó el día que empecé a trabajar en Correos. Como lo oyes, carrito amarillo de ruedas negras, hasta los topes de cartas, revistas, cajitas, y todo aquello que no pese más de 500 gramos ni sea urgente, que para ese menester está mi compañero Ariel, con su vespa, también amarilla, cargando a una velocidad nada permitida en una ciudad como ésta.

El segundo día, mi compañero Ariel, ¿te dije ya que se llamaba así?. Y eso que es de Pechina, imagínate si llega a nacer en Nueva York; su madre, que al parecer es muy moderna e internacional, estuvo enamorada antes de casarse, a todo prisa, con el padre de Ariel, y en recuerdo de su enamoramiento lo llamó así de por vida. A veces las madres y los padres tenían que pensar lo que hacen con los nombres porque a su hijo le han venido gastando toda sarta de bromas pesadas, marcándole totalmente una infancia difícil de niño bastante consentido.

Como no deseaba destacar entre las demás chicas, por algo odiaba las discusiones, y menos cuando hay muchas mujeres de por medio.. dicen que somos muy envidiosas entre nosotras, no se si hay mucho rigor científico en esto, pero, como no quería entrar en discusiones nada más empezar con mi nuevo trabajo, cuando me llamó por el interfono interior mi jefe de sección, para que bajara al sótano, discutí lo suficiente, pero no insistí en el tema. Bajé sin más a ver qué quería.

Al llegar me dijo, señalando toda una montaña de cartas que llegaban al techo: "clasifícalas por localidades, luego por zonas y más tarde por códigos postales". Observé atónita la pila, lo miré a él después y comenté, tímidamente, que para ese menester estaban los clasificadores de reparto; mi función era la de repartidora por la ciudad. Además, insistí, soy alérgica al polvo (alargué las letras para que se diera por enterado de mi problema de salud, no deseaba darme de baja, ya saben, el trabajo, las obligaciones... ); estos sobres tienen cantidad de él encima. Mire, le señalé el primero que apareció de cualquier modo y pisoteado.

Se acercó a mí, demasiado, mirándome a los ojos me dijo que o hacía lo que me había encomendado o hablaría con el jefe de personal y me pondrían de patitas en la calle esa misma mañana. No se porqué pero no tenía ganas de discutir y allí estaba yo, agachándome para ir haciendo grupos para agilizar el trabajo. Cada vez que me agachaba se me veían hasta las bragas. Para colmo ese día me había dado por presumir de medias con pececitos de colores que se dirigían al mar, que en este caso era mi culo. ¿No te vas?. Pregunté.

- Me quedo a ver el espectáculo, un poco más, sino te importa.

- Pues me importa, protesté yo.

- Vamos, no te hagas la remilgos ahora y sigue trabajando, sentenció.

A mala uva, para provocarle y ya que no se iba, me agachaba con más saña, enseñando ese comienzo que lleva a la cima de mi trasero. Si se ponía nervioso era su problema. Yo a lo mío.

De tanto agacharme y levantarme me estaba entrando un calor sofocante. Además, allí la ventilación era bastante cutre porque partía de un aspa que colgaba del techo y la humedad propia de los sótanos del edificio, sin más ventilación que la puerta de acceso de los carros por el montacargas, que ahora, al no haber ninguno, se encontraban cerrados.

Desabroché mi camisa con parsimonia y la coloqué encima de un taquillón. Debajo llevaba una camiseta color ocre, a modo de top, pequeñísima, apenas me tapaba el sujetador dejando al aire todo mi ombligo. Seguí con mi tarea, no sin antes comprobar que su respiración había aumentado de volumen y no paraba de fumar un cigarrillo tras otro.

Estaba de cuclillas agachada, cuando se me acercó con la excusa de darme unas cuantas esparramadas por los lados, condescendiente, como si quisiera ayudar, cuando me estaba dando cuenta de cómo miraba desde arriba mi escote, mis pechos, con tanto deseo provocador e insinuante que me ponía a mil... a pesar de sentir mi cuerpo cansado de tanto trajín.

Mi piel, de tanto ir de calle en calle, tirando del carro de correos, está muy morena, apenas se me distingue el blanco de los ojos, dicen mis amigos más íntimos, los que quieren bien. A la playa me gustaba ir a bañarme y nadar hasta quedar agotada y poco más.

Endurecer los músculos, disciplina, disciplina, decía mi profesor mientras me sujetaba de la cintura enseñándome a dar los primeros pasos en este mundo de la natación, aunque ahora que recuerdo, sus manos estaban más sobre mi culo respingón y su aliento sobre mi espalda mientras decía: ¡Así!. ¡Así!. ¡Sigue así, que vas muy bien!. Menudo elemento este profesor. Jajaja.

El caso es, como te decía, que estaba morena por todo el cuerpo y para compensar el moreno albañil de la calle, cuando iba a la piscina o la playa, me quedaba totalmente desnuda, así que tenía un moreno parejo, elegante, color miel de mil flores (porque es más oscura). Tengo que reconocer la belleza cuando la veo y yo estaba guapa.ufff. ¡Qué calor¡. Comenté. ¿No podían invertir en aire acondicionado?. Vamos, es una sugerencia. Me miró de arriba abajo. Sentí su mirada profunda. Me estaba desnudando sin más. Seguro que veía hasta mis huesos.. Vaya como me miraba.
Me tomó de la cintura apretándome con fuerza hacia su pecho y comentó.. "Yo te voy a dar a tí calor.. mucho calor.. vas a ver". Tenía razón. La temperatura de la habitación subió a mil grados, o eso me pareció porque lo que siguió después fue abrasador. Mi jefe tenía una figura obesa, pesada, apenas podía conmigo, sin retumbar sus gemidos de placer por toda la habitación, pero qué duda cabe que sabía dónde había que tocar, cómo moverse, besarme toda, llevar sus manos donde más falta hacía para lograr el placer que no sólo quería para él. Sino que, como me comentaría después, necesitaba que yo participara activamente. Era muy inseguro y sabía que podía poseerme, destrozarme, pero interiormente necesitaba que yo chillara de placer compartido, que no me quedara pasiva.. Eso le sonaba a desamores de juventud y no lo soportaba.
No tenía que insistir mucho. Tanto jueguecito de miradas, de agachar y subir, me habían puesto lo suficientemente caprichosa, deseosa, que me excitaba. Me gustaba enormemente que aquél hombretón sufriera tanto por mis huesos.
Las cartas sirvieron para un amor sin prisas. Me rogó que me subiera encima de su pecho para lamerme de cerca toda, abriéndome para él.. Pequeños, extensos, iba provocando espasmos que decían que estaba disfrutando como hacía mucho tiempo.
En agradecimiento a tanto placer colaboré en aumentar el suyo comiéndole su miembro, duro, glotona de virtudes como aquella que quería ahora para mí. Cuando ya estaba que no podía más me pidió que me la metiera toda hasta dentro y me moviera deprisa, sin pausa, quería llegar a un final magnífico. A lo lejos, creí oír el "Aleluya". ¿Sería verdad?. Al terminar me preguntó con la mirada cómo me había ido. Me desarmó ese interés. Lo besé en la boca. Perfecto jefe.. Perfecto.

miércoles, 6 de octubre de 2004

En el gimnasio. Nicolás Ximénez

EN EL GIMNASIO.- autor: Nicolás Ximénez

¡Brgggrrrrrr!. ¡Que frío!. Subiré al gimnasio. Las escaleras que llevaban a la planta alta estaban un poco resbaladizas por la lluvia caída un poco antes. La gente se amontonaba en los rincones cubiertos por la bóveda de mármol de las escaleras, fumándose un cigarrillo, sintiendo pasar las horas, y el claxon de  los coches que circulaban por la gran avenida de Pablo Picasso. Al entrar me saludan con amabilidad y sin decir nada ya me están ofreciendo una silla al lado del gerente. Me conocen de otras veces y saben que lo estoy esperando. En esta ciudad es difícil que llueva. Los más antiguos del lugar dicen que no recuerdan un día como el de hoy, demasiada lluvia, demasiado viento. Ese viento que un día viene dirección levante y otras poniente. Viento.
No han pasado diez minutos de charla cuando me gritan que pase hacia el fondo, a las duchas. Paco está terminando y quiere que vea un nuevo Cd-Rom que se ha comprado llamado el Messiah. Es un impaciente, pienso, qué más dará esperar un poco más, aquí fuera no se está tan mal y nos estamos riendo mucho con los nuevos chistes de niños pijos que van al club o cómo no, los machistas de siempre... son inevitables.

Porqué el miedo a la realidad que me ahoga,
dolor que no me deja respirar,
dolor que me aprieta...
la sensación de recorrer siempre el mismo camino y nunca llegar,
sentir el vértigo a lo desconocido,
no creer en nada, y nada puede ser un todo
que me sigue haciendo gritar....
dudas...

Me decido por fin. Las duchas se encuentra al fondo de este cruce de luces y sombras, olores diversos y cuerpos sudorosos. Son los espejos que sirven de cobijo al ritmo desenfrenado de la lucha diaria. Dicen que están pensados para vencer la vergüenza de los gimnastas que se tendrán que presentar a los concursos de "mister" y "miss musculitos"... no acabo de verlo claro, la verdad. Los chavales, desde muy jóvenes empiezan a tomar, con el fin de aumentar su agresividad, productos derivados de la hormona masculina testosterona: los esteroides anabolizantes. Vivimos en un mundo en el que se cultiva lo superficial, es decir, la imagen. Así, una hora de rayos UVA, aún sabiendo que produce tipos agudos de cáncer de piel, o una musculatura que hace estallar las costuras de la camisa, son indicios bajo los que se juzga, tan precipitada como superficialmente, que quien los ostenta es un individuo rebosante de fuerza y salud. Nada tan cuestionable: los anabolizantes esteroides androgénicos tienen efectos tan perniciosos que han provocado en el culturismo un alto número de muertes súbitas. ¿Es tan importante que los músculos estén inmensamente desarrollados? Si el dictamen de la moda lo ordena así, debido a la ansia de acumular y ser el que más, las secuelas podrían no justificar estos terribles motivos de orgullo. Quizá el inconveniente más inmediato sea que, al reducir la intensidad del entrenamiento, o al interrumpirlo por completo, el alto porcentaje de fibras musculares de acción rápida aumenta la capacidad de almacenar la grasa. En un artículo periodístico, Sport, 30-09-93, podía leerse: "Practicantes de culturismo declararon ayer ante el juez que la comercialización ilegal de anabolizantes para deportistas por parte de una red organizada es una práctica habitual en gimnasios de Barcelona, según informaron fuentes judiciales".
"¿Por qué un rey conversa con un pastor?  - Preguntó el muchacho, avergonzado y admiradísimo. (Paulo Coelho)"... Al verles así, me acordé de esta frase y pensé: ¡por que son muy bellos!. Siento cierto rubor de cómo me miran y no dejo de mirarlos a ellos a su vez. Están acostumbrados, por otras veces, a verme hablar con el portero o con las chicas que esperan a su vez a sus maridos, amigos, .... Corro unas cortinas enormes de color verde oliva. Perdón. - digo- pensé que ya habías terminado. Pasa Lola, no te quedes ahí. Cierra la cortina que hace corriente. Siento cierto pudor desconocido. ¿Me ayudas?.  Seguí aquella voz que me pedía lo enjabonara. Una piel suave, sin un pelo (decían que los ciclistas se afeitaban todo el vello para evitar los roces con las ropas y no se cuantas cosas más). Cada muslo estaba marcado, cada vena señalaba días y días de mucho entrenamiento, de sacrificio, y allí estaba yo, recreando mi tiempo, mi vista, mis manos, pasándole suavemente la esponja yupy's por todo su cuerpo sin poder retirar ni un momento la vista. No quería hacer otra cosa.
Suavemente le empapaba de espuma aromática y al llegar al pubis le comenté que tenía un pelo muy suave como el de las mujeres; ¡anda ya!.. me dijo.. muchas que has tocado tú ¿eh?. Me sonrojé, ¿entonces yo qué soy?. Risas. Seguí pasando mi mano por sus nalgas, prietas, sonrosadas, un culo en forma de melocotón con una piel tan suave como la seda y sin señales o marcas de granos. Perfecto. Se giró,  me tomó la cabeza entre sus manos acercándome a su calor, su fuerza y virilidad estaban al descubierto. Me pertenecía.

Dudas...
Con mi sombra siempre de lado, caminando
con-juntando, riendo y callando.
Son tan débiles las sombras en forma de interrogación que me están
desafinando
las dudas .... de ser.

¡Tómame! ¿Aquí? – Puede entrar alguien. Lo tenía cerca de la comisura de mis labios, mi boca entreabierta lo besaba... con cierta timidez, no sabía si le podía hacer daño o no. Me dijo, como leyéndome el pensamiento, sigue así, vas muy bien, sigue, sigue, y seguía gimiendo tan fuerte que temí que los demás nos oyeran desde fuera. No te preocupes comentó. Nadie entrará. Los grifos eran dorados, el agua caía azul celeste y en el techo del cuarto de las duchas había pintados unos ángeles que te miraban con ojos curiosos, sin censuras. Un canto al amor puro en un gimnasio. Abrazada a su cintura, sujetaba su jadeo, su hermoso cuerpo. Descansamos un rato hablando de pequeños detalles del día. Se metió de nuevo en el plato de ducha y dejó caer una espuma blanca sobre su cabeza cubierta con un largo y muy cuidado cabello color caoba, ojos vivos, aire de no haber roto un plato nunca. Inocencia. Pensé que la gracia de sentirse en el paraíso debía empezar con una visión como ésta. El amante duchándose con voluptuosidad cubierto con ángeles que miran sin verte.. ¡que belleza!. Al cabo de una media hora, al pasar por el espejo que había enfrente de la puerta de las duchas le comenté: ¡mi alma se despereza!.
Adiós Lola, a ver cuando te apuntas con nosotros a unas clases. Adiós Manu, se despedía de nosotros, Antonio el gerente, hasta mañana.  

¿por qué ese dolor que me ahoga?
¿por qué no puedo gozar sobre el camino más movedizo que las arenas?

Es libertad

Cada vez que me siento yo.....
Cada vez que me llega mi humanidad
Cada vez que oigo ese rumor del viento que trae ese aroma tan especial
siento cercanías
Porque siempre pedimos más
y  nunca nos dejamos en paz
.....
Aproximadamente cuando corre la bilis
dejamos de correr la pus mientras se derrota al tiempo
"Que se vaya ya ese aroma que no quiere empadronarse
y el sentir que acongoja los dolores que atrapan mis gritos"

ya basta... miento...

07/10/2004

viernes, 24 de septiembre de 2004

Escuela de Escritores. Daniel Saavedra.


----- Original Message -----
From: Daniel Saavedra. EscueladeEscritores.com
To: lavozdelacometa@lavozdelacometa.org Sent: Friday, September 24, 2004 2:21 PM Subject: Concurso Cruel de Relato Breve

Hola amigos:

Os envío la convocatoria de un concurso que seguro que os va a llamar la atención. Se trata del primer Concurso Cruel de Relato Breve , que organizamos en la Escuela de Escritores. Lo novedoso del concurso es que no sólo premiaremos el mejor relato, sino que al peor le daremos un castigo. Leed la nota de prensa y las bases que os adjunto más abajito. Y ¡que me sigan los valientes!
Un saludo grande a todos,

Daniel

PD: les agradecería muchisísisisimo si me ayudan a difundir el concurso. ¡Gracias de antemano!
(Pueden ubicarme en este mail daniel@escueladeescritores.com )

La EscueladeEscritores.com organiza el primer Concurso Cruel de Relato Breve
Convocado un certamen literario que castigará al peor escritor Un látigo y la repudia pública será el ‘castigo' que recibirá el escritor del peor relato en el Primer Concurso Cruel de Relato Breve, que organiza el centro de formación literaria EscueladeEscritores.com. Siempre con buen humor y una mirada reflexiva sobre el mundo cultural, los organizadores intentan así fomentar el lado crítico tanto en los autores como en los lectores, pues “parece que el público de hoy ha dejado de opinar: muchos escritores publican bodrios lamentables y es como si se lo dieran a leer a sus madres: aplausos, vítores, premios”. El cierre del plazo de participación será el 15 de octubre, y en una segunda fase, se gratificará también a la mejor crítica que se reciba de los relatos premiados (o castigados).

La Escuela de Escritores no ha dejado de sorprender al mundo literario hispanohablante desde su nacimiento el pasado año cuando organizó el Primer Concurso de Plagio Creativo, al que se presentaron más de un millar de relatos inspirados en la obra de Gabriel García Márquez. Ahora los organizadores pretenden dar un paso más en su iniciativa de llamar la atención sobre el bajo nivel de algunas obras publicadas en nuestro idioma pero “que se venden a bombo y platillo”. El concurso procura fomentar no sólo la crítica y el buen oficio del propio narrador, sino hacer también participar a los lectores proveyéndoles de un canal directo con el autor, para que asuman la validez de su propia crítica y no se conformen con aplaudir los textos.

Los premios y castigos destinados a los autores finalistas no dejan de ser llamativos. El autor del relato “bueno” se llevará una cifra en metálico y una flor, el del relato “feo” no se llevará nada “por feo”, y el que escriba el relato “malo” recibirá de premio un látigo y tendrá que hacer frente a la ofensa de ver su escrito sometido a la crítica pública en varios portales de Internet, entre ellos el de la propia Escuela, www.escueladeescritores.com, y el de la revista digital www.literaturas.com.
Bases del Primer Concurso Cruel de Relato Breve "Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo", decía Truman Capote. Sin embargo, y sin ánimo de desdecir al maestro Capote, en los últimos tiempos parece que anda Dios corto de látigos. O de dones, quizás. O tal vez sean los lectores quienes tienen la culpa de todo.

No hace tanto tiempo en los teatros se pateaba, se abucheaba a los actores mediocres y amanerados y el autor de un bodrio podía, a poco que se descuidara, acabar en el pilón. Es posible que, muchas veces, aquel público opinase sin tener los conocimientos ni la formación para hacerlo con sentido. Pero al menos opinaba. Porque lo triste es que el público de hoy ha dejado de opinar y ya solo aplaude.
Y, claro, los autores se lo creen. Publican un bodrio lamentable y es como si se lo dieran a leer a sus madres: aplausos, vítores, carantoñas de los medios de comunicación, premios. Los inflan de orgullo y se vacían de criterio artístico, y los hay que llegan a creerse Shakespeare sin haber pasado de meros escribanos.
Hay excepciones, desde luego, pero de lo que no hay duda es de que muchos autores de hoy en día tienen el látigo –por no entrar a hablar aquí de dones- olvidado en lo más profundo del armario. Y es que nos estamos ablandando, no soportamos una crítica y, mucho más grave, no somos capaces de utilizarla para mejorar, para formar nuestro criterio y crecer como escritores.

En la Escuela de Escritores estamos convencidos de que las cosas no pueden seguir así.
Por eso, para reivindicar el papel de la crítica –incluso el de la crítica más mordaz y despiadada- como dinamizadora fundamental del Arte, ha nacido este concurso. Un concurso para escritores de raza que no se vienen abajo por una mala crítica, ni por cien, un concurso para escritores valientes, un concurso, eso sí, para autores psicológicamente estables.
Un concurso con látigo.
¿Te atreves?

Bases
1.ª Los relatos han de presentarse antes de las 24.00 h (hora española) del viernes 15 de octubre de 2004.
2.ª Se admitirán un máximo de dos relatos por participante.
3.ª La extensión máxima de los relatos será de 1500 palabras (para contarlas en el procesador de textos Word, acudir al menú «Herramientas», y abrir «Contar palabras»).
4.ª Podrán participar todas aquellas personas que tengan acceso a Internet desde cualquier lugar del mundo, siempre que los relatos estén escritos en español.
5.ª Los relatos se enviarán antes de la fecha límite, a través del formulario disponible en la dirección web: www.escueladeescritores.com/concursocruel . Para participar, será obligatorio cumplimentar los siguientes datos: nombre, apellidos, teléfono, dirección postal (es suficiente con la ciudad y el país de residencia del autor) correo electrónico, pseudónimo con el que se firma el relato y título del relato. Los miembros del jurado recibirán únicamente los relatos firmados con pseudónimo. El resto de los datos se archivará en una base de datos a la que, hasta el día del fallo, únicamente tendrá acceso el secretario del concurso.
6ª Entre los relatos recibidos el jurado elegirá los tres que, según su criterio, se ajusten mejor a cada una de estas tres categorías:
. El bueno : simplemente, el mejor relato. Ejemplo
. El feo : aquel que, tal vez sin fracasar completamente como relato, contenga el mayor número de torpezas desde el punto de vista estético (tópicos, retórica vana, cursilería, diálogos de culebrón, etc.) Ejemplo .
. El malo : el peor, el más desastroso, aquel en el que el jurado aprecie una mayor distancia entre sus pretensiones y sus resultados. Ejemplo .
7ª El fallo del jurado se hará público el sábado 30 de octubre de 2004 , en un acto que tendrá lugar en la sala Artépolis (C/ Olivar, 13, Metro Lavapiés y Antón Martín), a las 20:00 h. En dicho acto se revelarán los nombres de los tres relatos seleccionados por el jurado: el bueno, el feo y el malo. A continuación se leerán los tres relatos y se hará entrega de los correspondientes premios —en caso de que los autores estén presentes—. Si alguno de los autores no se encuentra en el acto, se le avisará por correo electrónico y se le hará llegar el premio por correo certificado o mensajería a la dirección que nos facilite.
8ª Los 3 relatos seleccionados -el bueno, el feo y el malo- se publicarán, bajo esos epígrafes y con nombre y apellidos de su autor, en la página web de Escuela de Escritores ( www.escueladeescritores.com ) y en Literaturas.com ( www.literaturas.com ), donde hasta el día 10 de noviembre quedarán expuestos a la crítica pública.
9ª Entre todas las críticas recibidas el jurado elegirá la más aguda y mordaz a la par que veraz y bien fundada. Esta selección se hará pública el día 17 de noviembre en la página web de Escuela de Escritores y en Literaturas.com y los ganadores y perdedores serán contactado para hacerle entrega del correspondiente premio (o castigo).

Tema
El tema será libre aunque -para que reciba al menos una, pase lo que pase después - en el relato deberá mencionarse como mínimo una flor . Una rosa, un tulipán, un ramito de violetas, una plantación de adormidera, o la cosecha completa de los jardines colgantes de Babilonia, todas valen.

Dotación
1. El autor del relato elegido como “el bueno” recibirá 300 euros y flor natural.
2. El autor del relato elegido como “el malo” recibirá un látigo.
3. El autor del relato elegido como “el feo”, por feo no recibirá nada.
4. El autor de la mejor crítica recibirá 100 euros.
5. Los tres relatos, así como la mejor crítica, serán publicados en la página web de Escuela de Escritores y en Literaturas.com.

Jurado
1. El jurado estará presidido por D. Clandestino Menéndez, autor de la sección “Cuadernos Críticos” en Literaturas.com donde ejerce la crítica acompasada, y estará formado por escritores y profesores de escritura creativa que serán seleccionados por la Escuela de Escritores. Los miembros del jurado no podrán participar en este concurso.

2. El fallo del jurado será inapelable, quedando facultado también para resolver cualquier otra incidencia que pudiera producirse y que no esté contemplada en las bases.
3. El concurso no podrá ser declarado desierto.

4. La participación en este concurso implica la aceptación de las presentes bases.
Para dudas respecto al concurso, ponerse en contacto con el secretario del mismo: Javier Sagarna .
HOTEL NATURALEZA RODALQUILAR- Paraje los albacetes, Rodalquilar- Almería

lunes, 9 de agosto de 2004

Centro de Las Lenguas de la Universidad de Almería.

El Centro de Lenguas de la Universidad de Almería oferta tres niveles de formación para obtener el Diploma de Español como Lengua Extranjera del Instituto Cervantes.
 Hay un Certificado Inicial, un Diploma Básico y un Diploma Superior, en esta oferta formativa, que es una de las más solicitadas en dicha institución.
  El Centro de Lenguas de la Universidad de Almería oferta tres niveles de formación para obtener el Diploma de Español como Lengua Extranjera del Instituto Cervantes. Hay un Certificado Inicial de Español (CIE), un Diploma Básico (DBE) y un Diploma Superior (DSE) en esta oferta formativa, que es una de las más solicitas en dicha institución. Cada año se realizan normalmente dos convocatorias de exámenes para obtener dicho título, que sólo el Centro de Lenguas puede expedir en Almería.
 
Uno de los fines básicos del Centro de Lenguas de la UAL es la promoción del aprendizaje de idiomas entre la comunidad universitaria y la sociedad almeriense en general, con una marcada vocación de calidad y exigencia. En esta línea, el Centro de Lenguas dispone de la categoría de Centro Examinador para la realización de las pruebas correspondientes a los Diplomas de Español como Lengua Extranjera del Instituto Cervantes. Se trata de una gran oportunidad para que el gran número de extranjeros que viven en Almería puedan acreditar mediante el título de español más reconocido en la Unión Europea sus conocimientos en la lengua española.
No obstante, la organización de las pruebas en Almería para conseguir estos diplomas no es la única colaboración entre el Centro de Lenguas y el prestigioso Instituto Cervantes. En los últimos años, la institución almeriense perteneciente a la UAL ha organizado cursos sobre Español como Lengua Extranjera en colaboración con el Cervantes que han resultado un rotundo éxito, en los que se han cubierto todas las plazas disponibles.
Este fue el caso del realizado en julio pasado, cuando todas las plazas para el curso “Introducción a la Enseñanza del Español como Lengua Extranjera”, que se impartió del 19 al 28 de julio de 2004, fueron cubiertas. El interés de la actividad, que presentó un plantel de ponentes de lujo, con catedráticos de varias universidades y profesores del Instituto Cervantes, quedó claramente demostrado con la gran demanda de plazas.
Por otro lado, para el curso 2004-2005, la oferta formativa del Centro de Lenguas comprende más de diez modalidades de actividades en alrededor de 30 niveles distintos. Los idiomas que se pueden cursar son el Inglés, Francés, Alemán, Italiano, Árabe, Portugués, Ruso y Español como lengua extranjera, cada uno en una gran variedad de niveles, desde los más básicos a los más avanzados. Los interesados en cursar alguno de ellos pueden informarse ya en las instalaciones de esta institución, que se encuentra en el Edificio Central del Campus de La Cañada , teléfono 950 015 814 y correo electrónico clenguas@ual.es . Gabinete de Comunicación.

Actividad

Exposición: Tauromaquias de José Caballero

Lugar
Centro de Arte Museo de Almería, Plaza de Barcelona s/n , ( Almería )

Fecha
19/08/04 a 03/10/04

Horario
Lunes a viernes de 11:00 a 14:00 h. y 18:00 a 21:00 h.
Sábados de 18:00 a 21:00 h. Domingos y festivos de 11:00 a 14:00 h.

Organiza y Patrocina  
Fundación Unicaja



Colabora 

Ayto. Almería


  La Fundación Unicaja ha organizado una exposición del pintor onubense José Caballero (1915-1991). Se trata de una muestra compuesta por piezas del artista referentes al mundo del toreo, realizadas en diferentes técnicas y pertenecientes a diversos momentos de su trayectoria artística. La muestra, que lleva por nombre ‘José Caballero. Tauromaquias', pretende rendir un homenaje al mundo del toro, muy importante y presente en la obra de este artista, al que le interesaron los temas taurinos desde muy temprana edad.
* Se adjunta imagen
   
Actividad

Exposición María Miras

Lugar Aula de Cultura de Unicaja, Paseo Almería, 69 (Almería)
Fecha Del 4/10/04 al 15/10/04
Horario Lunes a viernes de 19:30 a 21:30 h. excepto festivos
Organiza Fundación Unicaja
   
Actividad X Marathon Nacional de Pintura al Aire Libre "Ciudad de Vera". Obras premiadas y seleccionadas.
Lugar Aula de Cultura de Unicaja. Paseo Almería, 69. (Almería)
Fecha Del 18/10/04 al 29/10/04
Horario Lunes a viernes de 19:30 a 21:30 h. excepto festivos
Organiza Fundación Unicaja
   
Actividad

Exposición Carmen María Martínez

Lugar Sala de Exposiciones de Unicaja. Paseo de Almería, 11. (Almería)
Fecha Del 18/10/04 al 29/10/04
Horario Lunes a viernes de 19:30 a 21:30 h. excepto festivos
Organiza Fundación Unicaja

La Fundación Unicaja llevará a Sevilla y Málaga la gran exposición "Pintura Andaluza en la colección Carmen Thyssen-Bornemisza", según el convenio que ha firmado hoy con el Museo Thyssen-Bornemisza .

La exposición presenta entre ochenta y noventa obras, pertenecientes a más de treinta pintores andaluces de reconocido prestigio internacional, como Francisco Zurbarán, Julio Romero de Torres, José Moreno Villa, Domínguez Bécquer, Aguado Bejarano, Gómez Gil o Verdugo Landi, que desarrollaron su labor durante la segunda mitad del siglo XIX e inicios del siglo XX. 

La exposición, considerada como una de las más completas de las realizadas hasta el momento en este género, permite un recorrido panorámico por la pintura andaluza del Romanticismo al Regionalismo.

sábado, 31 de julio de 2004

Libro de poetas 2004. Antología


 

Presentado el nuevo libro de poetas titulado: "Libro de Poetas 2004"
Por Alonso de Molina en 31-07-2004 23:45
coordinado por Francisco Arroyo Ceballos, se ha publicado en Córdoba (España)
el "Libro de Poetas 2004" recoge unos 60 textos de los siguientes poetas: 







Jessica Calzado (Córdoba, España)
Alonso de Molina (Andalucía, España)
Jacqueline Klein (Argentina)
Susana Soto (México)
Abraham Chinchillas (México)
Fco. Jesús López (San Fernando, Cádiz, España)
Fco. Javier Cabral (España)
Ana Mª Fuster (San Juan, Puerto Rico)
Ignacio Arrabal (San Lucar de Barrameda, Cádiz, España))
Olga Pais (Galicia, España)
Mariano García "Marlo" (Madrid, España)
José Crespo (España)
Jose Juan Martínez (Galicia, España)
Africa Fernández (España)
Jesús Sánchez (España)
Antonio P. Morte (Zaragoza, España)
Francisco Lobo (Murcia, España)
Jose Carlos Pérez (Madrid, España)
Francisco Arroyo (Córdoba, España) 


Esta edición ha contado con la colaboración del Ayuntamiento de Córdoba y será presentado en los próximos meses en ciudades de España, Argentina, México, Chile y Perú Si deseais un ejemplar podeis contactar con Francisco Ceballos o conmigo mismo Adm

jueves, 17 de junio de 2004

El cuadro y la lluvia.

EL CUADRO Y LA LLUVIA



Era un día de tormenta. Igual que hoy, el miedo no me dejaba descansar. Esos truenos que no paraban de retumbar en mis oídos, como eternos golpes sobre el metal. Y no se va. Subí a la terraza, no se fuese a hundir el techo de la habitación que daba a la buhardilla de mi vecino. O tal vez subí porque la intranquilidad me decía que tenía que buscar cobijo..., o tal vez..., pero no podía ser. Sólo lo había visto una vez, en las Galerías del Corte Inglés. Aquél día entré a los probadores con un pantalón negro de pinzas, muy elegante; al salir del probador para que la dependienta me diera su visto bueno a cómo me quedaba el pantalón de largo, me crucé con su mirada que, con un gesto algo burlón, o al menos así me lo pareció, me comentó: - ¡te quedan perfectos!. 

-¡Ah!, ¿eres tú el nuevo dependiente? Risas.


Sus dientes blancos, perfectos, su cara de osito de peluche, ojos para no dejar de mirar, boca para besar.. ¿de dónde había salido este chico tan atractivo?. Mejor ni preguntarlo. Elvira llegó pronto. Pareció comprender las risas y el motivo. Irritada por el atrevimiento, le pedí por favor, me midiera el falso, porque me daban mucho miedo las tormentas y se avecinaba una buena con esta lluvia. 

- Tranquila, me dijo, con un brillo especial en esos ojos burlones, tan almendrados que dios le había dado, o su padre y su madre, que para el caso es lo mismo. Ágilmente me puso alfileres alrededor del falso, medida perfecta y pasé al probador, quería irme antes de que la tormenta fuese cada vez más fuerte. Reconozco que era un miedo no superado desde aquella vez, en el pueblo, que estuvo lloviendo durante toda la noche "a cántaros"; mi vecino Manuel, que así se llamaba, al subir a tapar las goteras que caían techo abajo, se resbaló y cayó sobre nuestra azotea. Murió en el acto. La visión de su cuerpo allí sangrante y sin poder hacer nada por remediarlo, se quedó grabado en mi mente. Era demasiado pequeña para comprender aquella injusticia del destino. Dejaba dos niños pequeños y una viuda muy joven.


Últimamente estoy de un sensiblero cursilón tremendo, cualquier cosa me irrita o me excita... tendré que ir más a menudo al gimnasio, pensé. Salí acelerada, tomé las escaleras del fondo y, en vez de bajar hacia la calle, que era lo lógico, subí a tomar un té con hierbabuena a la cafetería. Había estado otras veces. Muchas. Me gustaba el olor a té, a café, el ruido sin distinción de frases, ecos de voces de la gente que siempre había en aquella hora punta.
"Un te con hierbabuena, un aroma en el recuerdo y nada en de gusto en el paladar.  Andares que investigaron otros mundos de este pequeño universo, pasos aprendidos que nunca se olvidarán.  Pero no todo lo investigado, conocido derivó en placeres encontrados, aunque sí quedó para siempre una imagen, una voz sonora, unos ojos que brillaban vivos, expresivos, gritando: ¡ basta ya!.  Letras de canciones - con temas críticos- la fábrica, el trabajo, la rueda dejó de ser madera hace tiempo para no cesar de girar.  Palabras y más palabras, frases entrecortadas, nerviosas, impregnaron nuestro recuerdo, sólo eso que no es mucho y nada más".

La nuca empezó a quemarme. Sentía una mirada fija en ella. Lo notaba. No quise levantar la cabeza hasta que se acercó el camarero con el servicio pedido. Dándole las gracias, giré hacia donde mi nuca me delataba, pero no vi nada especial. Al volver la cabeza hacia mi humeante té allí estaba él. Se había sentado enfrente y, me empezó a contar que en días de tormenta como el de hoy, él prefería la compañía de una chica guapa. - No protestes. -Escucha. - Tengo mil historias que contarte. Hablaba, hablaba. Gesticulaba con las manos; me abarcaba toda con su dulce mirada. 

Acabé participando de la conversación. Apenas recuerdo cuando, ni cual fue la palabra que encadenó mis frases con las suyas, qué alegó o afirmó, pero allí estábamos los dos, discutiendo sobre las nuevas tecnologías y la fuente de alimentación de mi ordenador, que a buen seguro, me costaría más de 60 euros, por haberme dejado la ventana abierta de par en par. Aquella tormenta no parecía tener intención de interrumpirse. Tenía la manía de tener el ordenador pegado a la pared y justo a mi derecha, había un ventanal enorme que me gustaba. Cuando llovía las gotas se agolpaban en el cristal con ese ruido tan característico que tanto me gustaba. Todo perfecto si no había rayos, truenos, todo menos eso.

Subí a la terraza, toqué a su ventana y me abrió al instante. Otra vez esa sonrisa tan suya. Sus gestos. No hacía falta que dijera ni una palabra, sentía que podía leerle el pensamiento. Me embriagaba.


-¿Estabas espiándome?


- Qué amabilidad la tuya chica, encima de que intento que olvides tus terrores por las tormentas. Sé cuanto te asustan. Me disponía a pedirte el favor de que me acompañaras. Podíamos jugar una partidita de mus, de ajedrez, lo que sea, seguro que se pasa enseguida, anda, pasa.


-¿Pasa?. Querrás decir que baje a la calle y me acerque a tu portal. Tu buhardilla no tiene entrada a la terraza, ¿recuerdas?. Pensándolo bien. ¿no decías que tenías un dinero ahorrado?. Podías pedir permiso y hacer la ventana más baja.. nos serviría de puerta. - ¿qué te parece?


Ya estás inventando. - Anda, no te demores. Cerró la ventana.

No quise tomar el ascensor por si se iba la luz. En el rellano había un farol azul, me quedé parada. Recordé las luces azules del quinqué en forma de botijo de Galerías. Cómo Tomás me había abrazado, besado, ansiado en aquél rellano del cuarto piso. Giré la cabeza. Estamos locos. Sólo que en Galerías, inesperadamente nos encontramos con una alfombra que algún empleado había dejado olvidada, lo cual nos alegró ya que nos sirvió de cobijo al deseo, la gula de nuestros cuerpos, el olvido del presente hacia un larguísimo infinito...Sus manos me acariciaban seguras, firmes, justo por donde yo más deseaba sin indicárselo. 

Nuestra armonía era perfecta y nuestros deseos satisfechos en sincronía como amantes que llevan conviviendo juntos toda una vida y les ha dado tiempo de contarse mil una manías, querencias, gustos, para hacer el acto de amor más placentero. Ese pensamiento aceleró mecánicamente mi paso. En unos segundos estaba tocando a su puerta. Un poco cansada, cuatro pisos que me empeñé en subir . Manías vergonzosas de contar, pero que podían llegar a paralizarme si con la lluvia venían tormentas, truenos o relámpagos. Me recibió con una camisa de rayas manchada de restos de pintura.


-¿Qué hacías? ¿Pintabas?


- Si. Pasemos a la buhardilla. Entra. Estaba acabando "El Apocalipsis", me presento al premio L'Oreal y me queda poco tiempo, se acaba el plazo el día 15 de mayo.


-¿Puedo verlo?


- Claro. Qué preguntas tienes. Me gusta una buena crítica y tu opinión se que será sincera y muy instructiva para mí.

Me senté a contemplar como terminaba unos trazos, sombras sobre la figura de un gran caballo alado que iba montado por un bello arcángel.  - Qué preciosidad. Es muy original. Nunca había visto nada igual, en serio. La estructura del cuadro es perfecta, siendo como es un mural tan grande, la armonía es lo más destacable del cuadro, así como el colorido. Cuanta belleza en las imágenes del mundo, las aguas, las gentes, los animales sobre la tierra, y estos caballeros del Apocalipsis... parece que me están hablando.. ¡Qué caballos!, ¡ni que trotaran! Es maravilloso. Si no te dan el premio es que hay tongo. 

Tenía puesta una música suave y adornos de luz, mucha luz, por todas las esquinas de distinta intensidad. -¿por qué tanta luz?


- Así doy al cuadro la sensación, en tonos y sombras, de que ocurre el gran capítulo que movió al mundo. Me ayuda a crear el entorno... Me costó varios meses prepararlo. He tenido en cuenta todos los detalles, incluso rodé una película primero del movimiento de los caballos. Si, creo que por eso te gustan tanto. Me ha costado pero el fruto lo estoy recogiendo ahora que está casi acabado.


- Uno de los arcángeles no llevaba más vestimenta que sus alas y curiosamente estaba muy excitado. Me llamó la atención ese detalle y se lo comenté. Me contó que la muerte, cuando se siente cercana excita. No sabía como explicármelo, pero así es.. por esto ha representado a este arcángel al borde del éxtasis.


Sus explicaciones, sus manos moviendo los pinceles, sus piernas debajo de aquella camisa de pintor me estaban poniendo muy excitada... sentía mi cuerpo latir deseoso de sexo, de la pasión que inundaba aquél cuadro. Fui hacia él, puse mis manos sobre sus piernas, subí lentamente hacia las ingles, lamí su piel hasta las rodillas, luego hacia su cintura... le pedí que se quitara la camisa con decisión, casi mandando.. lo deseaba ya.. no quería que se rompiera el embrujo que me estaba embriagando.


Sentí como si el mismísimo arcángel bajara del caballo, poderoso me tomó en sus brazos, pecho con mucho vello rizado, aroma a óleos, trementina.. pasión y gozo entre sus muslos. Al poco tiempo ya estábamos gritando de placer mutuo por el suelo, sin más ropa que la piel de nuestro cuerpo, sin más sentires que nuestro sentimiento...
"su cuerpo, sin prisas, se aproximó a mi cuerpo, rompe el aire que nos separa y me cobija en un inmenso abrazo. Su boca es mi boca, tus brazos en mis brazos, sus manos me envuelven toda, acariciándome al compás de mi ritmo cardiaco. 

Déjame que te vaya necesitando, que mi cuerpo reclame tu piel, tu calor, olor, sabor, para formar un sólo cuerpo, una sola alma... Quiero sentir tu cuerpo en mi cuerpo y tu piel en mi piel.  Como un acordeón me despliego a tus encantos. Abriré para ti, de par en par, las piernas que sujetan la vida que da a otras vidas.  La tierra que habité la arranco con uñas y dientes, construiré nueva sabia donde brotará la leche que un día me amamantó,  de tanto placer como los dioses me han otorgado al sentir tu presencia.  Me tomarás, besarás, follarás..., a ese ritmo que sólo tú sabes hacerme sentir, esa necesidad de ti que me abre toda como una flor con cada uno de sus pétalos. Sin convicción, anulados mis sentidos, con toda la lujuria que el amor otorga a los perfectos amantes. Con ese deseo que sólo tú sabes calmar.  ¡Tómame!
 Te quiero."
Con sus manos fuertes, poderosas, me tomó con fuerza, me hablaba. Decía palabras fuertes, escandalosas a los oídos de los niños.. empezó a acariciarme con ansiedad, beso a beso, pequeños mordiscos por todas partes... ¿Quieres que te folle?. Pídemelo. Dime. ¿Quieres? Me tomó la boca, cerró mis labios con un beso que me quemaba. Abrazado a mí con fuerza me dijo al oído que le amara. ¡Ámame!.  Rodamos por el suelo, besos fundidos en más besos. Saliva de mi boca en su boca. Me tomó por la cintura y me subió encima de su miembro, duro, fuerte, me penetró con toda su fuerza.. Sólo se oía hablar al placer, acompasados.. jadeábamos los dos. Gritos de amor que se llevó el viento del sur. No estábamos solos. A lo lejos, en la pared del fondo, el Apocalipsis bendecía nuestro deseo.. Nada importaba. Le seguí besando mucho rato. Me estuvo montando con tanta fuerza que todo me dolía..., hasta las caderas... Mis manos sujetaban su cabeza, pelo corto, moreno. Le besé una vez más la boca y,  en el oído,  le dije muy flojito: ¡¡Te deseo¡¡

El sol dejó sus reflejos de atardecer jugando con nuestros cuerpos. ¿Quieres más? ¡Pídemelo! Así estuvimos, muy juntos hasta el amanecer, follando y follando sin descanso. No recuerdo cuando, pero exhausta me quedé dormida.  Gozamos entre el inmenso mar de luz de aquella habitación de pintor. Amor sin prisas, al tiempo que la avaricia de su cuerpo me pedía más y más. A lo lejos oí como si el arcángel alado me hablara desde aquél lugar dominado por los jinetes del Apocalipsis, que me había parecido, nos sonreían con mucho descaro.
"Han pasado muchas lunas, mareas bajas, peces en los ríos, sueños que despertaron  y todo sigue igual. La hoja amarilla fruto del álamo en otoño, la nuez del invierno, el chasquido del agua en la roca, el canto del jilguero, parece que nada ha cambiado, todo sigue igual".
Autor: Nicolás Ximénez

viernes, 4 de junio de 2004

Recordándote en mis sueños. Nicolás Ximénez



Recordándote en mi sueños

Tu cuerpo, sin prisas, se aproxima a mi cuerpo,
rompe el aire que nos separa y me cobija en un inmenso abrazo.
Tu boca es mi boca, tus brazos en mis brazos,
tus manos me envuelven toda, acariciándome al compás de mi ritmo cardiaco.

Déjame que te vaya necesitando, que mi cuerpo reclame tu piel,
tu calor, olor, sabor, para formar un sólo cuerpo, una sola alma...

Quiero sentir tu cuerpo en mi cuerpo y tu piel en mi piel.
Como un acordeón me despliego a tus encantos.

Abriré para ti, de par en par, las piernas que sujetan la vida que da a otras vidas.
La tierra que habité la arranco con uñas y dientes,

construiré nueva sabia donde brotará la leche que un día me amamantó;

de tanto placer como los dioses me han otorgado al sentir tu presencia.

Me tomarás, besarás, follarás..., a ese ritmo que sólo tú sabes darme..
Esa necesidad de ti que me abre toda como una flor con cada uno de sus pétalos.
Sin convicción, anulados mis sentidos, con toda la lujuria que el amor otorga a los perfectos amantes.
Con ese deseo que sólo tú sabes calmar.
Ven. Tómame. Fóllame..Te espero.

La arena de tu playa, tostada por el sol, ha llegado a mi arrecife.
La mar me ha traído caricias, querencias anheladas, deseadas,
mientras la luna ocupa su espacio reflejándose en el agua...

autor: Nicolás Ximénez

05/11/2004