lunes, 20 de agosto de 2012

Ricardo Villegas. Ayer improvisaba una poesía.



Ayer improvisaba una poesía,
conduciendo.
Improvisaba sobre los brillos,
sobre las miradas,
sobre lo poco que me queda de ser pelo moreno
y lo mucho que me falta para ser rosa.
Y sé lo que digo.


De noche,
dejando la luna a mi izquierda.
Dejando a la luna a mi derecha,
a la que sabe que es a ella,
dentro de su propia locura,
dentro de la brecha que me deja.

Y tras la luna a mis costados
partí la noche, llena de simbolismos,
y sin rima, desconsolado,
y orgulloso de mi mismo,
con una rosa destrozada en un bolsillo dejé a la luna
y me dejo con un pétalo como un castigo,
que era mis manos, mi alma, mis sueños, otra vez mi mismo.


La luna se escondió peldaño arriba
y yo, sin luna y sin pecado
marché a mi sitio, mis pesadillas y mis pedazos.

Cuando la vea será de noche, de nuevo,
y será luna, como seré sincero,
y se marchará como siempre
porque no hay luna que me valga ahora,
que me arrope, que me intente,
que me sienta, que me acontezca,
que simplemente me mire,
y que me no me vea como el pelo que no soy más,
que no soy menos,
que no tengo más tijeras que las que están rojas,
y la luna, por más teñida ,
sigue en el cielo.

Ricardo Villegas  21/12/96 (22h17)